lunes, 8 de diciembre de 2008

Odiooido


Quienes viven en zonas naturalmente exuberantes tienen suerte. O no.

En la ciudad, en cambio, el paisaje es el prójimo. Para odiar, amar o sorprenderse uno depende del idiota que pasa frente suyo, come al lado, vive en la otra puerta o putea en la calle.

Es así: no hay naturaleza viva con la cual entretenerse. Ni montañas, ni mar, ni selva, ni nada, salvo cemento y gente.

Por eso, las frases ingeniosas que uno puede pescar a la pasada resultan un bálsamo, una bocanada de aire fresco, aunque uno mismo puede llegar a resultar una víctima de ellas. Aquí van algunas:

 

1 De un jefe de la policía bonaerense al anunciar una de las recurrentes purgas en la fuerza:

-“El que no se adecue a los cambios va a tener que pasar a la biblioteca de la institución”

-(¿…?) (Periodista)

-“Y la policía bonaerense no tiene biblioteca”

 

2 De una madre a su hija de cinco años:

-“No me entra en la cabeza cómo podés hacer tanto quilombo”

-“Entonces va a tener que crecerte la cabeza” (su hija)

 

3 De una llamada telefónica de un personaje totalmente hegomaníaco a una amiga que ya no lo soporta:

-“Hola: te llamaba para contarte lo que estoy haciendo”

-(¿…?) (Amiga)

 

4 De un jefe a un empleado a propósito de la negativa a un pedido de un día para estar con su familia:

- “Pero dígame: ¿dónde va a estar mejor que acá?

- (¿…?) (Empleado)

 

5 De una remera en el subte en la que se leía la leyenda “Feministas orgullosas” y abajo:

-“Somos malas, pero podemos ser peores”

-(El mensaje es bastante claro)

 

Pueden agregar las suyas: intentemos que no sean remanidas.


Angela Tullida (foto) vuelve a tocar en Buenos Aires. Próximo 19, a las 22, en El Perro Andaluz: Bolívar 850


sábado, 15 de noviembre de 2008

viernes, 14 de noviembre de 2008

Castillo en llamas


Algunas jornadas son difíciles. Esta es una de ellas. No hay historias. No hay formas ni colores. 
Sólo me acuerdo de Ramón Castillo. El hombre vive en una pensión, Los Marios, en pleno corazón del barrio de Montserrat. 
Hasta acá uno podría preguntarse: y a quién porquería chusma podría interesarle esto. 
Bueno, aquí viene.

El hombre es el nieto del "viejito Castillo", nada menos que el ex presidente de la Nación. Castillo llegó a ponerse la banda por designios de la providencia cuando el cuerpo de Roberto Ortíz dijo "nooo vaaaa másss". Ahí apareció Ramón Castillo, una fría mañana del 27 de junio de 1942, en la Casa de Gobierno. Hasta ahora había sido el segundo en prácticamente en todo. Le quedaban dos años de administración del país, después de haber sido elegido en dudosas elecciones junto a Ortíz. El hombre, de todas maneras, agarró el fierro candente que era el país por aquellos días al igual que casi todos los días de la historia. 

Pero lo que quería contar no era tanto la historia del Ramón Castillo presidente, sino del Ramón Castillo indigente, alcoholico y derrumbado.
Después de desempeñarse como editor periodístico, según me contó una vuelta en el bar de los Gallegos, Ramón, un poco presionado por una mujer insaciable, decidió cambiar el rumbo de su vida. En su plan estratégico no había anotado el hecho de que no sabía hacer nada. 
Entonces, tomó un retiro voluntario de la empresa, decidió invertir y transformarse en un empresario independiente. Puso un parripollo por consejo de un amigo (de su mujer).

La cosa fue errática al principio. Más tarde complicada. Y al final catastrófica. La plata se fue y le quedaron varios kilos de pollo pudriéndose en el local.
Ahí, comentó Ramón mientras se le ponían lágrimas en los ojos, cayó en la cuenta de que su vida y la de su familia (mujer y dos hijas pequeñas) iba a cambiar a la fuerza. 

A Ramón lo echaron a patadas en el orto de su casa. Dejó de ver a sus hijas. Empezó a tomar más de lo normal. Amigos ya no tenía y quedó en la calle. 
Una vez le pregunté cómo es que un nieto de un ex presidente no tiene nada. No me imagino a ninguno de los herederos de la democracia,  por ejemplo, tendiendo la camita de media plaza en los humedales oscuros de la piecita en Los Marios.

El me contestó lacónicamente que eran otras épocas. Imaginé, de todos modos, que el robo y el peculado también existían en 1942, así que insistí. Pero no hubo una respuesta satisfactoria. Por ahí pensé que este idiota estaba tratando de encubrir a un antepasado que poco podría asistirle en estos momentos. Intuí, no obstante, que se trataba de algo parecido a la dignidad y la verguenza. Entonces abandoné el tema y lo invité otra cerveza.

Pobre Ramón. No puedo dejar de pensar en ese tipo.

domingo, 9 de noviembre de 2008

La seca


Juan Cabrera se ahorcó ayer. Se colgó del mismo paraíso donde sabía sentarse a tomar mate cada madrugada. Todavía tibio, lo bajaron sus hijos y lo llevaron al hospital inútilmente porque llevaba muerto por lo menos tres horas.


El viento de la mañana sembró la noticia y los vecinos empezaron a decir que junto con el campo se le había secado el cuerpo.


Como el suelo, las almas se van agrietando y por las hendijas desaparecen las alegrías...
Esta es la historia de don Juan, el ahorcado:

La tarde se tiñó de naranja y las viejas sentenciaron: "Ese color anuncia buen tiempo".
Esa noche vieron a Juan en el boliche, jugando a la baraja, como siempre. Hablaron de las familias que se fueron y de las que tienen ganas pero no saben cómo...
Volvió a su casa con la noche inmóvil y las estrellas estampadas sobre el cielo negro, presagiando otro día de sol. Tal vez pensó que no quería morir tapado de ese polvo que, como Dios, estaba en todos lados...

Tal vez fue eso...

Tampoco faltó quien trajera a cuento los viajes de Juan al pueblo y las ausencias de la mujer de Ramírez... Alguien vio la camioneta de Juan pasar por esa casa, ya tarde, la noche antes de la muerte. Todos recuerdan que desde que se instaló la seca lo veían bastante seguido por aquellos lados, siempre a horas extrañas...

Ramírez vendió el campo, pronto se va y se lleva a su familia.

Tal vez fue eso...

Esta sequía se está llevando todo....

martes, 28 de octubre de 2008

Cartucheras


Habría que entregarles el premio a la permanencia. Hace casi 30 años –sí, tres décadas- que Las Canoplas tocan juntos. En algún momento ganaron un premio -1988- a la banda revelación en un programa de Tom Lupo. Así grabaron un disco (Bat Man) que no les hizo ninguna justicia. Y siguieron al margen del margen cuando el margen significa riesgo y no desidia.


Están afincados en La Plata, pero no son de ahí. Fueron la materia prima del nuevo rock (especialmente de Peligrosos Gorriones y otros), aunque nunca nadie se los reconoció, ni tampoco obtuvieron un empujón.

Vienen de tierra adentro: algunos de una localidad mendocina, otros del interior bonaerense. Hacen una música que hoy puede resultar reconocible en algunos aspectos. Sólo que ellos fueron los primeros y, entre tanta bandita nueva que viene de La Plata, vale la pena recordarlos (aunque eso suena a muerte y estos changos contra todas las leyes naturales siguen vivos). Un nombre extraño es siempre bueno para un grupo de rock. Y “Las Canoplas” no suena precisamente como “Soda Estereo”.

Un sustantivo atípico de entrada puede resultar una condena al ostracismo también. Sólo que todavía hay gente que entiende esto de la manera correcta: algunas cosas no deben hacerse para estar adentro de algo sino para mantenerse siempre afuera.

Angela Tullida tocó, al menos, dos veces con ellos. Extraña mezcla y buenos zapatos. Esos son los recuerdos


Para quienes aún no los conozcan aquí va algún material:


http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendID=170062351

http://www.youtube.com/watch?v=9UnSGReTmVw

martes, 21 de octubre de 2008

Adrenalina inyectable



Ingresó en el quirófano dormido. Bebedor, fumador y conocedor de algunas drogas, Damián, cayó en desgracia. Algunas molestias primigenias habían activado sus preocupaciones. Y los estudios confirmaron esas inquietudes: cáncer en un hígado. Pensó: alguien tiene que pagar lo que me toca. Y ese era su hígado. Así que se puso en manos del cuerpo médico.

Dejó atrás esa idea de que nueve de diez cosas malas en el transcurso de la vida de un hombre ocurren dentro del quirófano y se rindió a los hechos (con la “papa” no se juega). En su línea de pensamiento, Damián, confió en que en el peor de los casos no se daría cuenta de nada por su estado de inconsciencia gracias a las bondades de la anestesia. Error.
Una de las características de las intervenciones de hígado, según me comentó Michael Palace, baterista de AT que no sabe nada sobre medicina, es que en algún momento de la operación se le inyecta adrenalina al paciente para estimular no sé qué porquería en el organismo –Michael ni siquiera intentó una explicación en este sentido, cosa que le agradezco-
Bueno, Damián no conocía este pequeño detalle. Y sucedió que en medio de la faena, una vez que le habían extraído el órgano enfermo, sus ojos se abrieron repentinamente gracias a la inyección de adrenalina artificial. Es cierto que eso parecía un abuso innecesario por parte de la medicina moderna. Pero, Damián era de los que creía que si no se acepta el abuso uno no podría mantener casi ninguna relación en absoluto con otras personas. De hecho, él era de abusar y bastante de todo y de todos. En ese lugar blanco y prístino, además, su opinión valía menos que un sorete de perro en la vereda.
No sentía dolor, ni flagelación alguna. Del cuello para abajo seguía dormido por la peridural.
Lo que sigue, Michael, se encargó de relatarlo con entonación misteriosa. Resulta que el cirujano colocó el hígado negrusco y sin vitalidad en una bandejita de acero inoxidable que apoyo directamente en el pecho de Damián justo enfrente de sus ojos:

-“Flaco, ves eso: es el pucho” le dijo de repente este estudioso de los tratados atribuidos a Hipócrates. “Pensalo bien querido”, agregó y lo dejó así.

-“¡Q…qué mierda es esto, por Dios!”, quiso gritar Damián pero no pudo.

El hígado medio putrefacto seguramente también tenía muchas cosas que recriminarle como su madre, su padre, su mujer y sus hijos a quienes había eludido, abusado y desatendido por tanto tiempo. Así que prefirió quedarse callado. Y vivió para contarlo, cabe aclarar.

Michael le puso el oído a esta historia en la barra de un boliche, mientras Damián, devoraba un delicioso Camel. Del hígado, Hipócrates y toda esa runfla ni noticias.

domingo, 12 de octubre de 2008

Tato, el ahorcado



Algo había dejado de estar en su lugar. Quizás eran las tres gorritas puestas una arriba de la otra. O, la caja de fósforos familiar en el bolsillo de arriba de la camisa. Podría haber sido el hecho de que se paseara por los boliches con una bandeja de mozo en la mano juntando vasos. O, tal vez, los recorridos sin pausa por las líneas de subterráneos de Buenos Aires donde cayó hecho una galleta de nervios.

Tato Abate era muy conocido en Bariloche. Uno de esos pibes que está con quien hay que estar en el momento justo en los dorados años ochenta. Quizá su padre era abogado o contador o médico. En las ciudades chicas del interior, esas profesiones aportan buena ubicación social y seguridad económica.
Tato a eso de los 16 o 17 años podría definirse como un impune absoluto dentro de un paraíso natural detrás de la cortina turística. Vivía y le gustaba divertirse. Aunque entre bambalinas hacía travesuras con sus amiguitos de otras buenas familias barilochenses. Carreras de slalom ganadas en exclusivos club de esquí. Invitaciones a todas las fiestas de quince años. Zapatillas importadas. Novias bonitas y taradas. Amigos más tarados todavía. Buen aspecto: morocho, piel blanca y vestimenta impersonal de marca (nada desentonaba por fuera de su cerebro).

Pero, Tato, escondía cosas. Chupaba, fumaba y aspiraba todo lo que podía (y no estamos hablando de aspiraciones profesionales o artísticas, cabe aclarar). Un hermano más grande muy parecido a Mick Jagger y una hermana esquelética, también mayor, podrían haber sido una señal. Pero Tato era Tato, un chico que había ganado fama de medio estúpido, pero simpático y chistoso (lo primero era cierto; lo segundo no). Cruzabas dos palabras con él y emergía un pobre individuo que lo último que podría causarle a alguien era gracia.

Entre Bariloche y El Bolsón, cerca del "Cañadón del Diablo", dicen que vivía “el Francés”. Este hombre, una leyenda entre los cachirleros de la época, preparaba unos ácidos lisérgicos tremendos. Nadie de AT estaba en esa. Los odiábamos y despreciábamos en un periodo de adolescencia tortuoso. Aunque convivíamos, porque alrededor de ellos, en la estrecha sociedad sureña, revoloteaba el dulce sabor del éxito y el erotismo de cierta pertenencia culposa.

Padres de pobres diablos como nosotros querían que uno se pareciera a ellos. Esquiaban, que en Bariloche significa ganar carreras y todo eso, vestían bien, no querían tocar ningún instrumento y jugaban al golf en Arelauquen: una especie de lujoso country, hermético, corrosivo y pernicioso, ubicado en las laderas del cerro Otto.
Una noche con sus amigos, Tato, al que todos interpretaban como un payaso, clavó más de un ácido llegados directamente del laboratorio del Francés.
Nunca más volvió. Nunca más estuvo. Nunca más existió. Quedó colgado en un limbo lisérgico a los 17 y, allí, permaneció por mucho tiempo. Tal vez demasiado tiempo.
Ahí empezó lo de las gorritas superpuestas; la caja de fósforo y la bandeja para juntar vasos en los recintos nocturnos.
Recuperó, de todos modos, una extraña memoria, algo que intuyo era parte de su infierno.
Al encontrarlo varias veces por ahí empezaba: “Hola como te va (y decía tu nombre completo), cómo esta tu madre (y decía su nombre completo) y tu padre (y decía el nombre completo). Seguís haciendo (y se acordaba perfectamente lugares y fechas), y los chicos (te nombraba a todos tus amigos… con nombres completos)”. ¡Que mierda le pasa!, te preguntabas al instante.
Era temible: miraba fijo, pero nunca a los ojos, con el rostro rígido por los psicotrópicos y te escupía toda esa información como un autómata.

Tato terminó muy solo. Deambulando por una ciudad que le resultaba siniestra (por eso se sumergía en los subtes, imagino) y, sobre todo, sus amigos, esos que marcaban el pulso de un segmento social en un momento desaparecieron de repente ante el infortunio.

Entonces, Tato, un día se colgó con unos tiradores de su pantalón de esquiar. Dejó una ausencia, aunque pocos mediten sobre su caso... y con cierta lógica porque el chiste ya se había acabado hace rato.

QPD
A Tato la música le importaba un huevo. Pero se me ocurrió este homenaje:




martes, 7 de octubre de 2008

Amor a primera vista


Hace falta mucha ignorancia para predecir en casi cualquier aspecto de la vida. Y agradezco esa ignorancia a esta altura. Agradezco haber conocido a The Swans (http://www.swans.pair.com/ ) por la ignorancia de predecir que iba a gustarme incluso mucho antes de haber escuchado un acorde de su música.

Todavía en la secundaría, recuerdo haber encontrado una revista de música, no tengo presente cuál, donde aparecía una entrevista a Michael Gira, voz de Swans. Una curiosidad grande, porque creo que nunca más encontré en un medio nacional nada más sobre ellos. Gira me impactó de entrada. Supe que era para mi y recorté la foto de Swans –como hacían tanto pibes por aquellos años- y la pegué en mi carpeta de la escuela. Nunca los había escuchado y faltó bastante, casi dos años, para que pudiera hacerlo (en esa época había que pelear muchas batallas para dar con un disco). Esa foto me acompañó mucho tiempo como una clave en mi carpeta.

A principios de los noventa, durante el invariable viaje de egresados a Córdoba (¡los de Bariloche vamos a Carlos Paz!) compartimos habitación con PP y MP, miembros de AT, para inundarnos de cerveza y conocer el infierno de la ginebra Llave en botellita verde. Y cuando los demás arrancaban a las excursiones (recuerdo la apasionante propuesta del Laberinto) nosotros nos rajábamos a la ciudad de Córdoba a la disquería “El Perro”: un vergel de vinilos como nunca más he visto.

Apenas entré me encontré con la cabecera de una batea donde relucía la inclasificable tapa de Swans, con el signo $ en dorado. Lo agarré y corrí al mostrador para que me lo grabaran todo en un casette. El tipo me miró un poco extrañado y me preguntó: “¿Los escuchaste?” Y le dije que no. “Entonces te grabo un lado del cassete y te fijás”. Bueno, respondí (el tipo, un clásico de las viejas disquerías, tenía cara de que no le gustaba que le llevaran la contra). Y salí con mis primeras canciones de Swans. Confieso que no era exactamente lo que esperaba: resultaron atronadores, demenciales. No las pude volver a escuchar por un tiempo (me superaban). Pero me esforcé lo suficiente para no traicionar a ese amor a primera vista. Y, la conclusión, es que hoy es una de mis bandas preferidas de todos los tiempos. La única remera de un grupo que tengo es la de la tapa de un disco de Swans pintada a mano por Pancho Shoereder:
(http://tbn0.google.com/images?q=tbn:qb3_AsiJnhkBLM:http://www.swans.pair.com/IMG_PRODUCTS/loveoflife.jpg)

Después de esta anécdota, decidí hacer una pequeña encuesta entre amigos con esta consigna: ¿Qué banda te gustó antes de haberla escuchado?

Aquí van algunas respuestas.

Iván A. dice: “Todo el mundo me decía Roxy Music, pero jamás me gustó a pesar de que era una banda que "me tenía" que gustar. Ahora sí, las que me gustaron antes de escuchar, ya sea por recomendaciones de amigos o revista, son Robyn Hitchcock, The Sugarcubes, The Flaming Lips, Live 801”. (http://www.youtube.com/watch?v=0Tkh4AQCH9k&feature=related)

Alfredo S. cuenta lo suyo: “Dead Kennedys. Gran logo, gran nombre. Me enamoré de ellos cuando ví en una disquería de Flores la tapa de Frankenchrist en las que aparecen unos viejos decadentes manejando unos autos de juguete. Todos Tus Muertos: Idem. DK. Con un volante y la letra de El Espejo me convertí en un fan tres meses antes de ir a verlos al Parakultural. Lo peor es que la primera vez que los ví no tocaron El Espejo, el único tema que conocía (al menos por la letra) El Inquilino Comunista: unos vascos que cantaban en inglés y tenían, en mi humilde opinión, el mejor nombre (en español) de la historia”

(http://www.youtube.com/watch?v=Ds_TRSoQkJ0)

Daniel F. también tuvo flirteos de este tipo: “El grupo que sabía que me iba a gustar era Joy Division. Sobre todo por el nombre y por las pocas fotos que había visto o por la tapa de Closer. Y, más aún, porque siempre escuchaba hablar de ellos a Luca Prodan, en distintas notas, que los recordaba de sus años en Inglaterra, y que decía que justamente de ahí venía el título del primer disco de Sumo: "Divididos por la felicidad", o sea "Divided by joy"... Pero la verdad es que cuando finalmente los escuché me gustó más que nada la etapa "Warsaw", más punk...” (http://www.youtube.com/watch?v=FzTw4PYfROU)
Lucas C. dice esto: "Wire: el nombre seco y la tapa de A bell is a cup (con un caballo y un archivero sobre un fondo azul) hicieron que me gustara inmediatamente sin siquiera haber escuchado una sola canción. El disco estaba en una batea variopinta de una disquería barilochense. Amagué con comprarlo varias veces, pero no me decidía. Varios años después, en Buenos Aires, me compré Pink Flag y confirmé mis sospechas: me flipó. Psychedelic Furs: no tenía idea de quienes eran, pero el nombre era punchero. Escuché Pretty in Pink y me gustó. Me compré algunos discos después. Y están zafadores. Muchos años después, cuando vinieron a Buenos Aires a tocar, hablé con uno de ellos, y me resultó un zopenco. Los vi en vivo. Y resultaron un asco. Gran decepción. Me quedo sólo con el nombre y unas 10 canciones. Nada más".

Leandro U. comenta: "Leí el nombre de Jesus and Mary Chain y supe que me iba a gustar: después escuché Psycocandy y confirmé todo".
(http://www.youtube.com/watch?v=jYTpRWlQnf0)

Por supuesto, espero comentarios, historias y sugerencias…

domingo, 28 de septiembre de 2008

Cara de boludo


Un nombre pomposo que encierra malvados sortilegios. Un avance científico que nos catapulta muy hacia atrás en el tiempo y la historia. Una discusión académica cada vez más grosera. Y miles de adherentes y detractores.
Ya deben haber escuchado por ahí algo sobre la “neurociencia”. Suena bien. Nada con ese nombre podría resultar una fantochada. Y no lo és. Pero abre una controversia estrepitosa de la que, por ahora, escuchamos poco.

El otro día en un programa de televisión, ese de “Argentina para (des) armar” , la atildada conductora presentaba a las promesas intelectuales del país. En la mesa había un muchacho de apellido Sigman (intuyo familiar del magnate de la industria farmacéutica, Hugo). El chico, ya grande, se había especializado en “neurociencia” y, claro, después de vivir afuera, decidió volver al país. Obviamente, todos los que acompañaban la charla de café televisada nunca preguntaron qué clase de porquería vende la “neurociencia”.

Y el tema no es broma (http://es.wikipedia.org/wiki/Neurociencia).

Carl Marx intentó demostrar que los hombres son moldeados por los condicionamientos sociales: la persona se forma de acuerdo a su ubicación o desubicación en el terreno económico y social. Sigmund Freud, en cambio, dijo que la explicación de porqué algunas personas son como son hay que buscarla en el patio trasero: el subconsciente y las vivencias de la infancia, con Edipo, como nudo fundamental de la construcción de la conducta.
Bueno, señores y señoras: todo eso es pura mierda según la neurociencia (de gran profusión en los Estados Unidos).

Caído el Muro de Berlín y los regímenes comunistas, Carl Marx perdió terreno; la atomización y la ridiculización del análisis psicológico es observado hoy casi como una práctica de brujería barata. Entonces, ante la fatal idea de no contar con alguna disciplina para explicarnos, pues alguien dijo: “neurociencia” (lo repito muchas veces así les queda grabado el término).

A esta altura se preguntarán por qué demonios no explico qué és. Y es que no lo sé.

Pero, hasta donde pude averiguar, la cosa viene, más o menos, de este modo: a través de algunas experimentaciones más profundas sobre los neurotransmisores y la conformación cerebral, estos científicos, llegaron a la conclusión de que los seres humanos vienen programados de fábrica. Es decir que ni el contexto social, ni las cagadas que pueden haber hecho los adultos con los niños tienen mayor ingerencia en la conducta futura de las personas.

Según esta gente, que con matices comparte la misma idea, las determinaciones genéticas de los seres humanos son las culpables de que alguien, por ejemplo, decida ir matando gente por la calle o que quiera meter en su casa todos los gatitos de la calle.
El razonamiento es peligroso. Sucede que los descubrimientos que esta gente dice certificar podría develarnos aquella duda fundamental de “tiene cara de hijo de puta... ¿será o no? ”.

Con la diferencia de que todo aparecerá acompañado de estudios, papeles y documentación seria. Incluso, con el ritmo de avance de esta disciplina, no sería descabellado pensar en que el sistema adopte los conocimientos para segregar o adoptar en su seno a ciertas personas de acuerdo a su construcción genética (imaginen la carita que hubiera puesto Adolf frente a estos hallazgos).

Ah, me olvidaba de algo importante… ¡no saben la cara de boludo que tiene ese Sigman! No, no es ningún boludo... debo añadir.
Música para poner mientras leen esto: http://es.youtube.com/watch?v=GYyOkQUyJZM

domingo, 21 de septiembre de 2008

Rompecabezas


-1,2,3, 4, vaa… El otro día estaba pensando qué escribir. Hay alguna historia dando vuelta en el hotel Los Marios de Montserrat. Otro tanto también por Palermo. Pero me convencí que lo mejor sería hablar un poco de nuestra vuelta -estoy hablando de Los Tullidos- al escenario.


En mi opinión, la noche trasuntó claroscuros. Pero transpiró honestidad. Qué quiere decir: que íbamos a intentar hacer lo mejor posible hasta el final y eso se notó. Hubo momentos memorables –sobre todo cuando Pedro Dalton nos acompañó-. Otros transcurrieron más bien entre las olas con las velas cargadas de viento, mucha agua en la borda y sudando para no escorear en el whisky. Salvo para el hombre canoso sentado detrás de la caja, justo enfrente mío, hubo intensidad. Notorius no es un lugar para tullidos. Algo le molestaba a ese hombre y, al percibirlo, también me inquietaba a mí.


Hasta los cocineros salieron de sus lugares llenos de grasa y hollín para ver qué mierda pasaba en el salón. Sospecho que a esa gente un poco aburrida de las cadencias tu-tutu-tuuuu del jazz formateado esta situación les divirtió bastante. Y para ellos tocamos, en realidad. Para ellos y para quienes con mucho esfuerzo vinieron a vernos.
Era más o menos 1999 cuando conocimos a los Buenos Muchachos, la mejor banda uruguaya de los últimos veinte años. Al frente Pedro Dalton no dejaba mucho lugar a segundas interpretaciones en cuanto a qué venía la cosa con su música… y sus venas. Desde ese momento entablamos lo que se podría definir como una “amistad entrañable”. Y no paró. Hoy Pedro, un honor muy grande para nosotros, acompaña el proyecto. Canta y sobre todo nos inspira con su presencia.


También llegó alguien muy especial: Rubén Plataneo. Otro tipo que es cosa seria. En este caso para registrar el recital –y van unos cuantos- con una cámara y acompañado de su inseparable Guille con las fotos. Creo que la velada, más allá de las canciones, unió las partes de un rompecabezas que permanecía un poco disperso.
La foto fue enviada por Nicolás a MySpace.

El próximo viernes 26 a las 12,30 se viene la segunda.


lunes, 8 de septiembre de 2008

357 motivos




-Beto vivió sus últimos días en una pequeña cabaña –un rancho- de madera en Villa Los Coihues. Un lugar enmarcado por el cerro Otto por un lado, el lago Gutiérrez, en el vértice, y el pequeño cerrito, La Nona, en el otro extremo. Es una villa de montaña dentro del fenómeno turístico.

Aunque, en verdad, resulta una especie de pozo, donde cae toda la lacra “blanca” en algún momento de su existencia por esas tierras tan bellas y traicioneras. Un hueco receptivo que reúne toda la angustia, la soledad, frustración, rechazo e incomprensión.
En síntesis: el lugar ideal si uno quisiera dejarse caer y abandonarse. Nieva mucho y, una línea de colectivos (el 21, creo), une ese “paraíso” con el centro de Bariloche, distante a unos 20 kilómetros.

En el bosque, en apariencia inofensivo, se cuecen cosas complicadas. Resulta habitual escuchar hablar del “mal del Coihue”, una especie de afección que reduce la voluntad al mínimo y que deja a las personas en un permanente limbo.
El Coihue, el árbol, no se fuma, alcanza sólo con mirarlo, según dicen.

Beto siempre metió miedo. Por alguna razón llevaba el apócope de “Maléficus”. Todo el mundo lo conocía como: Beto Maleficus, incluso nosotros –algunos músicos de AT- con quienes trabó alguna relación. ¿Era malo? No lo creo. ¿Era bueno? Ni ahí.
Había curtido mucho gimnasio. Después empezó con la música. Al principio fue el metal. Después el hardcore y sus sucedáneos. Todo su cuerpo estaba dibujado con tatuajes. Andaba con un Citróen 3CV destartalado al que le había atado unos cuernos de un toro en el frente.
Siempre tenía un aire misterioso… maligno.
Hey, Beto en dónde andabas que no te veíamos…, por ahí, le decíamos.
–Es que no me hago ver, respondía.
Y nadie preguntaba más nada. De la bonhomía podía pasar a la furia en cuestión de segundos. Y, Beto, en asuntos de violencia, llevaba todas las de ganar, cabe añadir.

Tiene un hermano. Se llama Cangrejo –nadie conoce su nombre real-. Beto podía diferenciarse de él en que era “atomosféricamente” diferente: parecía tener un cerebro maquinando ahí adentro. Por lo demás, resultaban muy similares. Cangrejo siempre mantuvo un aire suavemente afable que no menoscaba el hecho de que podía aparecer en lugares públicos –playas llenas de gente, por ejemplo- blandiendo una motosierra o un hacha.
Cangrejo, sin lugar a dudas, un tipo muy feo –de ahí su bautismo-, posee un cuerpo apto para soportar todo el dolor del mundo: bajito, compacto, sin ondulaciones, duro y, de un color, que podría asemejarse al mal en estado puro. Fanático del hardcore y del skate, Cangrejo, a veces, organizaba un asado en su casa donde, obviamente, también esperaba Beto.
Llegabas y faltaba todo, menos, cantidades ingentes de cerveza. Siempre hacía frío, un frío insoportable. En los kilómetros, de noche, con las calles de tierra escarchadas, Bariloche, no es lo que todos creen que és. El elemento vital para empezar el fuego, la leña, en lo de Beto, no existía. Entonces, Cangrejo saltaba el alambrado con su motosierra y arremetía con furia contra los árboles. Se reía como un demente, en estado poseso, y cortaba todo a su paso Después se emborrachaban.

Botija, mi hermano, que gracias a Dios emergió del fondo más bajo del infierno, estuvo con Beto durante sus últimos meses. A ambos no les quedaba nada: a uno la mujer lo abandonó llevándose a su hijo, y al otro, la vida lo había marginado hacía tiempo.
Como sea, Botija cuenta estas cosas:
-“Estábamos solos, nadie nos quería y nos juntábamos para salir. Su casa era toda de madera con muebles viejos y hechos por él. Decía que una de las sillas la había fabricado el mismo tipo de la bomba atómica en la isla Huemúl. Llegabas a la casa y lo encontrabas solo, sentado en la mesa, con un montón de botellas de cervezas vacías y escuchando country bajito. Era lo que escuchaba ahora: música country”.

Beto, según relató Botija, vestía siempre botas tejanas todas raídas, un cinturón con una hebilla enorme, una camiseta musculosa y un sombrero de paja con un agujero. Había escrito en las paredes de su casa frases en alemán o algo parecido. Y aseguraba que unos mejicanos iban a traerle un helicóptero para bombardear todo –Botija sospechaba que buscaba un compinche en esa tarea-.

Dos pesas caseras hechas con plomo derretido descansaban al costado de su cama. También las cajitas de Clonazepán –que comía como caramelos- y una 357 cargada.

En mayo, Beto, se descerrajó un tiro en la cabeza. Cuentan que sus sesos pintaron la madera de la cabaña-rancho… Terminó así con su calvario que debe haber sido mucho. Y nadie lo va a recordar, porque no era nadie. El mundo no extraña a este tipo de personas, ni a sus historias.




QDP

Para Beto Maléficus (1974 -apróx- 2008) estos pequeños homenajes musicales que quizá le hubieran gustado:


lunes, 1 de septiembre de 2008

Primavera tullida




-La primavera, que es la mejor época del año para suicidarse, es también ideal para escuchar Angela Tullida, me dijo una vez un amigo.
Por eso, a propósito de la renuencia para subirnos a un escenario el comentario es este: “Trescientos sesenta y cinco días pensando en sentirse bien, mejor, util y toda esa mierda … y si seguís estando mal ¿qué?”.

Había dos opciones, o nos subíamos a las tablas, o alguno de nosotros iba a tomar literalmente esos agoreros estacionales que andan dando vueltas. La primavera es la época en que los perdedores se enfrentan a su propio estado, a su propia condición de perdedores. Es una generalísima opinión que no tiene ningún asidero científico.

Como sea, el próximo 19 y 26 del actual, ambos viernes, a la medianoche, Angela Tullida, se presentará en Notorius, Callao 966, en dos funciones.
La idea si todo sale bien en los próximos días es tocar todo lo que pueda tocarse. Mientras esperamos que salga del horno el próximo disco, vamos a interpretar canciones que están allí incluidas, más algunas de las obras anteriores.
Desde ya, esperamos que todos esos que preguntan, “¿cuándo tocan?”, esta vez, estén presentes en la sala. Para quienes no nos conocen y a esta altura se preguntan, ¿qué mierda me importa esto?: http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendid=38666719



domingo, 24 de agosto de 2008

Por qué


La memoria tiene un
comportamiento hostil, al menos, en estos casos.
¿Por qué me acuerdo tan detalladamente cuando me dijeron que ya no era el preferido de mi viejo?; ¿por qué recordaré aquel cumpleaños tirado al lado del palo del arco de fútbol sin poder moverme por la fiebre reumática?; ¿por qué tendré tan presente la woolly worm con la que pescaba Fontinallis en el Moreno?; ¿por qué también aparecerá tan seguido la muddler minow con la que encaraba el pozón del Conde en el Limay?.... ¿por qué me acuerdo tan nítidamente la casilla donde ensayábamos con PP y MP, cagados de frío, con guantes?; ¿por qué estarán tan presentes Lipsis, en Avenida de los Incas y la Nave Jungla?; ¿por qué me acuerdo de la emoción de aquel día cuando entré al Dorado y la banda estaba tocando "el instrumental"?; ¿por qué seguiré empeñado en recordar el río Gutiérrez cuando no puedo dormirme?
¿Por qué, la puta digo, me habré olvidado las llaves de mi casa ahora que quiero entrar?


lunes, 18 de agosto de 2008

Cha digo


Era 1997 o tal vez 1998. Perico, dipsómano, ex cocainómano, ex amante de Ante Garmaz y, sobre todo, sonidista de AT y dueño de la sala donde ensayamos nos dice algo así: “Acá está Melingo, acaba de escaparse del Borda y anda en patas con la camisa del hospital totalmente choborra”. Y ahí estaba: Melingo. Esto fue antes de Tangos Bajos, el disco con el que inició un camino de perversión de un género demasiado sagrado (según los academicistas) para entrarle así nomás.

Melingo lo hizo. Y lo volvió a hacer. Después de varios años de contoneo sospechoso con cierta inteligentzia del género regresó con Maldito Tango. En el medio fue Ufa! un disco largo, medio urgente y desordenado. También Santa Milonga una obra de presentación, supongo, para sonar en otras latitudes como Europa. Allí le salió bien porque empezó a nombrárselo cada vez más seguido en los medios: Ojo, que cuando lo ví en aquella oportunidad en lo de Perico era la imagen muerta de alguien a quien no le podría salir nada bien hasta ponerse el piyama de madera de pino.

A veces pasa. Incluso las personas más desangeladas guardan un poco de inocencia. La ingenuidad en el amor, el trabajo y en la música, pienso, se pierde al cabo de tres décadas en la vida. Y, cada vez, resulta más difícil volver a emocionarse, querer o creer. “Cha digo” uno de los temas de Maldito Tango tiene el efecto de devolverte la esperanza. Entre tantos músicos intentando “renovar” el tango (la mayoría de las veces son sólo palabras vacías) aparece esa canción, que no es una más, sino "LA CANCION". Tal vez lo más oscuro que se haya hecho por aquí (supongo que le gana holgadamente a Carancanfunfa, tema aún inédito de AT). En esta oportunidad, Melingo, le pega un volantazo al 2x4 y lo coloca en una frecuencia totalmente distinta. Todo el disco vale la pena.
Aunque, “Cha digo”, es el mejor tema del año y no creo que pueda superárselo tan pronto.
Véalo amigo también, aunque haga mal: http://www.youtube.com/watch?v=k-gUXoMBIdM

lunes, 11 de agosto de 2008

Viñeta de pesca rosarina


El progreso, ellos lo saben, trae a la orilla pequeños tesoros, pero suele también llevarse otros más valiosos: como la marea –aunque mucho menos poético e igual de marcial-. Ellos lo saben.

Y por eso resisten, en realidad, sin hacer mucho más que gritar: “¡Va plomo!”, antes de pegar un latigazo con la caña de pesca para lanzar varios anzuelos con lombrices bien gordas encarnadas. Estoy hablando de un club de pesca rosarino, justo ubicado en una de las bajadas al río donde terminó de erigirse un monumento al porteño más recalcitrante –aunque un rosarino daría un brazo por negarlo -.
Se trata de un paseo al estilo Puerto Madero, donde hasta hace poco, estaban los antiguos galpones ferroviarios y los okupas. Los pescadores siempre estuvieron ahí. Hay un muelle medio enclenque. Cientos de ellos van los fines de semana desde hace más de cincuenta años a comer un asado, tirar la carnada y emborracharse con amigos. “¿Sabés cuál es la manera de vivir más?”, me preguntó uno. “Esteeee..., no, creo que no”, contesté. “Rascárse las bolas, así de simple, pero está terminantemente prohibido”, me dijo. El club tiene mesas. Se exige llevar por decoro un mantel y hay unos cuantos lockers oxidados donde guardan sus enceres de pesca. “Antes yo venía acá y sacaba cualquier cosa... ahora no hay un porongo”, me comenta otro. Está por echar al agua un extraño aparejo especial para pescar sardinas: al parecer, esos peces –que conozco bien, pero enlatados- suben del mar hasta aquí para desovar.
Los pescadores están preocupados. Entienden que no les queda mucho tiempo. “Esto habría que arreglarlo”, escuchó decir, como al pasar, a un rosarino calzado en sus zapatos náuticos –abundan por esas tierras- en cuanto ingresa al club. Supongo que, a pesar de que siempre estuvo aquí, lo acaba de conocer. Claro, ahora, esta parte de la ciudad es una meca comercial, un paseo para los bienintencionados ricachones de la antigua Chicago argentina. Y el club, a todas luces, no reúne los estándares que pretenden para lo que descubrieron como “la costa del río”.
Uno de los fisherman un poco impresentable, de repente, levanta algo pesado del fondo de ese río color león, por el cual, el tránsito de buques cerealeros es incesante. “Qué es eso”, le preguntó. “Un moncholo”, contesta. Y sale un pez, tipo bagre con unos bigotes larguísimo y una panza a punto de explotar: “Es transgénico, comen la soja que se cae de los barcos” me dice y se ríe. Todos pescan. Algunos apuran un vasito de vino. Arriba, en cambio, los turistas –una nueva raza- y los rosarinos amantes del progreso quieren echarlos a patadas.
El primer bastión del cambio inexorable se llama “Los jardines de Hildegarda”, un restaurant muy pomposo (incluso desde el nombre) que reemplazó a Guillermo Tell, el antiguo club de pescadores. Allí, donde estaban las parrillas y las mesitas, ahora, hay diseño puro: la nueva estética que reemplazó a las mesitas con mantelitos de hule fue impuesta por el “artista plástico” de marras de Rosario: en verdad, un tarado que pegó recortes de revistas en las parede al estilo De Loof en el El Dorado de la década del ochenta. Incluso, no falta la foto del Negro Olmedo al lado de la de Marilyn Monroe para darle un toque local.
Pienso: ¿Tantos años en la lona, chupando birra en los bares viejos, imaginando “proyectos” que creían increíbles... derivó en esto? Los rosarinos deberían estar un poco avergonzados, porque, en definitiva “el proyecto” no era más que un Puertito Madero. “Hilde-garca” terminó con el antiguo club. Ahora, hay cocina gourmet y el muelle está cerrado al paso. No se porqué, pero espero que el agua suba y termine de llevarse a esta elitización estúpida, sin onda, de algo que hasta no hace cinco años era un refugio.
No me anima la nostalgia a escribir esto, pues de rosarino no tengo nada. Sólo amigos. Pero presiento que a los librepensadores de esa ciudad, magnífica y llena de sortilegios, les han lavado el cerebro.
Máxima: ¡¡¡Un gobierno socialista no implica un carajo!!!
Para este posteo se me ocurrió música de Vera Baxter, una banda de Rosario y amiga de AT que me parece de lo mejorcito. Están por sacar su próximo disco que escuché y me pareció muy interesante: http://www.youtube.com/watch?v=nM_V95Nl0-k
Esperemos que este año volvamos a tocar allá, como lo hicimos en los últimos tres... antes de que a algún artista gourmet se le ocurra el sushi de boga.

domingo, 3 de agosto de 2008

Saludismo perverso


Las religiones o el comportamiento religioso siempre provoca sospechas.
Y no estoy hablando de los dogmas clásicos como el cristianismo, el judaísmo, el protestanismo, el luteranismo, el calvinismo, el hinduismo, el shintoismo, el islamismo, el taoismo y algunos “ismos” más. Sino de otros nuevos, solapados, aún sin organización, pero mucho más dañinos, si es que puede haber algo peor. El culto por la salud, la vida sana, el “mantenerse joven” creo que es la nueva religión de occidente, con consecuencias que, todavía, no pueden sopesarse en toda su magnitud.

Como sea, legiones de personas en el mundo consideran, hoy a la salud, como un valor moral, más que una dicha. Y, a la enfermedad, como un pecado, más que una caída en desgracia. Es grave. Muy grave: de una insensibilidad perversa. Los niveles de megalomanía por centímetro cuadrado alcanzan un grado que no podrían haber imaginado ni Napoleón ni Adolf Hitler. La transvalorización que vaticinó Nietzsche, justo para esta época de la historia, qué curiosidad, nunca estuvo más clara. Hay que dar la “vida” por la "salud”.

Toda religión tiene sus rituales y códigos. El “saludismo” también. Miren sino a todos esos jóvenes, “viejos y torpes”, calzándose pantalones de felpa y las zapatillas para participar del “tenkei” (10K). O los miles que ejercen un juego sádico con quienes no aceptan dejar de fumar o de beber. Cuidarse la salud, vivir más, y ser joven, aparece increíblemente relacionado con el buen temple y la seguridad que deberían transmitir o intentar vender los mejores exponentes de la sociedad. Entre los hombres, frente a la inseguridad general de un género en extinción, el “saludismo” se propaga como la peste. Estos muchachos, ahora, se cuidan, trabajan, ganan mucho dinero -eso dicen- y, como si fuera poco, viven eternamente.

No hay conversación que me cause mayor aburrimiento que la que gira en torno del cuidado del cuerpo: un elemento, además, que presiento perecedero. Inclusive esta nueva religión cuenta entre sus filas a “atletas del progresismo” (AP) que consideran una gran batalla ganada a las tabacaleras, por decir algo, que en la Capital Federal o en Rosario se haya prohibido fumar en los locales públicos. Ellos, pobres imbéciles, corren -siempre es lo mismo- todas las mañanas o juegan al squash y comen hierbas, mientras el resto de los subnormales, toma whisky, se emborracha, fuma como murciélagos y, para colmo –algo imperdonable-, pichan de vez en cuando.
Estos señores, los “AP”, para colmo suelen quejarse el autoritarismo, de la insensibilidad social del sistema y, de pajas por el estilo, cuando representan, a esta altura, a la policía más abominable: la que no permite disfrutar del propio ocaso, la del "gatillo (nike) fácil". "Después te sentís mucho mejor" suelen argumentar los saludistas sobre el tema de correr y correr y correr.
Como dijo alguna vez un pensador argentino a quien no voy a nombrar (no me acuerdo el nombre): “Querer ser saludable en un mundo enfermo es realmente patológico”.

Hace años salía de un boliche localizado en Avenida de Mayo, digamos que en mal estado, y casi me atropella el ejército “tenkei”: www.youtube.com/watch?v=6tKk06sSPOY. Recuerdo que eran como las 9 del domingo y, claro, no había reparado en que estaba cruzando la línea de largada de una exhibición del “saludismo” más rancio por la avenida 9 de Julio. Estos milicos en pantaloncitos cortos estuvieron a punto de aplastarme y escuché que alguien me puteaba por lo bajo (creo que me dijo "puto" con mucha "p")

En perspectiva, ya empiezo a tomarle cariño al hecho de ingresar a una iglesia, sentarme ahí, pensar en silencio y hasta tirarme algún lance con un santo a ver si se cumple algo. Música para esto se me ocurre mucha. Pero este tema de “vida saludable” me parece que resume mis sentimientos: http://www.youtube.com/watch?v=VxCM9dellRs

domingo, 27 de julio de 2008

Bien cagados



Cagar puede ser un paraíso, pero también un infierno y, sobre todo, una obra de arte. Sino miren esto. Ocurrió la semana pasada y, para mí, fue la gran noticia, aunque no la vi en ningún lugar publicada. La historia es así: “Un servicio policial fue contratado en la ciudad uruguaya de Durazno (183 kilómetros al norte de Montevideo), para custodiar un inodoro francés de 1887 en funcionamiento, valuado en 800.000 dólares por el museo del Louvre, informó este martes el gobierno departamental”.
Creo que en la historia, la relación del hombre, con este accesorio tan caro a la intimidad ha sido más que buena. Fijense que incluso nadie pensó en suplantar al inodoro por “nuevas tecnologías”, sino que todo lo contrario, el agujero de losa, sigue siendo la mejor opción. Creo, también, que no se ha escrito mucho sobre el hecho de cagarse encima. Pocas cosas son tan inconfesables, aunque, al mismo tiempo, tan masivas. Un retorcijón le puede pasar a cualquiera y, cuando llega, el mundo es una mierda con todas las letras.


Podría aventurar que muchas de las medidas, por ejemplo, de un Presidente, furcios en discursos y hasta conflictos bélicos, tienen que ver con ese instante de zozobra, transpiración fría y desesperación. “Señor, tiene que firmar esta resolución”, me imagino diciéndole un Ministro al Presidente. Y él: “Uhhhh, ¿cuántas páginas tiene?”. “Ciento veinte, Señor”, le dicen. “Bueno, dame que la firmo ya mismo porque me…” y no termina la frase. Mete el gancho y sale disparado al lujoso, blanco y prístino inodoro del despacho presidencial. “Ahhhhh, qué se vayan todos a la mierda”, concluye el Señor y nunca tuvo tanta razón.


Conozco músicos –no voy a dar nombres- que tuvieron que abandonar el escenario repentinamente para ir a cagar desesperados. Sus compañeros lo miraban salir corriendo y no entendían nada. El público siempre agudo, imaginaba alguna tropelía con un papel sin terminar, o cosas por el estilo. Y nuestro muchacho, lo único que quería era desembarazarse de semejante carga. Lo peor es que la banda en cuestión –no voy a nombrarla- no se caracteriza por temas de dos minutos. Puedo ponerme en la piel del baterista –perdón, se me escapan algunos datos sin querer- cuando sólo iban por la introducción del tema de siete minutos y ya no daba más. ¿Quién puede llevar el tiempo musical ante semejante urgencia?


Hay gente que puede ir a cagar a cualquier baño. Otros no. Aguantan hasta llegar a “su” baño. Esto puede acarrear fases de increscento sufrimiento imposibles. La peregrinación hasta alcanzar el picaporte, abrir la puerta, darse la vuelta, desabrocharse el pantalón, bajarse los calzones o la bombacha -ventajas de no usar- y dejarse caer en la boca del lobo podría asemejarse al vía crucis, pero considero que todavía es peor –qué pesa más: una puta cruz de madera o dos días de angustia concentrada en el estómago-.
En cambio, los que sufren menos, los que se ubican en una escala menor de la evolución humana, apoyan el culo en cualquier lado. Siempre me sorprendió esa gente: van cierran la puerta del habitáculo que hace de baño en un bar repleto con 1000 personas, por decir algo, y cagan sin problemas, ni remordimientos. ¿El papel? A quién carajo le importa. Ellos siempre encuentran algo y puede ser, según me confesó uno de ellos, hasta las prendas íntimas del momento.


Pero volvamos al principio. La noticia del hallazgo del inodoro en Uruguay sigue de este modo: "Se trata de un inodoro francés de porcelana blanca, de 1887, pintado a mano por dentro y por fuera con una técnica de oriente en tinta de calamar azul. Conserva su sello original y hay solo tres en el mundo. La nueva "joya" uruguaya se encuentra en uso cotidiano por funcionarios municipales, en una antigua casa que perteneció al médico y filántropo italo-uruguayo Emilio Pensa a fines del siglo XIX, quien equipó y decoró la misma con una marcada influencia de la cultura francesa”.
Me imagino a los funcionarios “municipales” charrúas, ahora, con el inodoro bajo custodia policial. Después de los diez litros de mate, entre las 9 y las 10 de la mañana, no entiendo como la losa seguía pintada de azul.


Alguna vez lo dije. Tengo un inodoro inglés. Es de marca Reversas (no es el de la foto) y, ahí, donde todo da en el blanco hay un escudo con la coronita de las islas. Eso le da un placer doble al hecho.

Puedo sugerir músicas para el acontecimiento. Pero, sin duda, algo clásico va muy bien con esto. Se me ocurrió este tema de un compositor nuevo argentino, Ulises Conti, a quien recomiendo escuchar mientras... ya saben.





domingo, 20 de julio de 2008

Pasen y vean


Iba a recomendar que escucharan a T-Bone Burnet y a Hugo Race. Pero recomendar algo a alguien puede resultar peligroso. Sino imagínense el cargo de conciencia del que sugirió el nombre de Cleto para acompañar a la Señora. “Es un muchacho del interior calladito y prolijo”, deben haber sugerido en el seno del régimen.
Y aquí estamos en la tribuna del nuevo circo. Recuerdo que el miércoles pasado me dormí después de un nebuloso ensayo de AT. Había visto el número central en la carpa del Rodas, con un tal Ramón Saadi, como un siniestro entrepeneur conocido y certero.

Pero con sorpresa, a la mañana me desperté con la insoportable música del Cirque du Soleil de fondo. Sin imaginarlo, amanecí en un país democrático, transparente y con instituciones incorruptibles gracias al desconocido payaso Cleto. Pero no se porqué –no debería, lo sé- ya estoy extrañando al oso boxeador, famélico y desmechado; al león drogado, los payasos de siempre con nariz de payaso bien roja –de borrachos- y el olor a kerosene berreta que emana del traga antorchas: un limado que no encontró un trabajo mejor –alguien debe acordarse del Indio Watanga en la Nave Nave-. Yo no le creo mucho a esta carpa prolija, blanca y de diseño. Ni a los payasos inteligentes y sin pena; tampoco a toda esa música hight tech en vivo y, menos aún, a los malabaristas que superaron hace tiempo la parada del semáforo, aunque sigan intentando las mismas pruebas. Ni hablar de todas esas caras alegres pintadas de falsa y limpia tristeza para contar una engañosa historia épica que no cierra nunca.
La banda de sonido para todo esto, al menos, para mí, está a cargo de Tiger Lillies. Esta banda inglesa se me ha revelado desde hace bastante como de lo mejor. Esto no es Alegria, ni tampoco la típica musiquita circense de moda. Tiger Lillies, producidos al principio por Severin y acompañados, en un disco, por Alexander Hacke, de EN, hicieron la música de esta obra mucho antes de que nos pasara. ¡Pasen y vean! No lo dejen pasar…
http://www.youtube.com/watch?v=O3GpX8AXNRk
http://www.youtube.com/watch?v=rpefat6TgII&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=5nWDwDbi7No&feature=related

domingo, 13 de julio de 2008

Carnada viva



"Hay podrido". Una frase así, escrita con tiza sobre un pizarrón al costado de un camino, no puede -ni debe- dejarse pasar. "Carnada viva", dice más abajo en el anuncio, y entonces, es mejor acercarse al extraño puesto a ver qué pasa.

Una mirada morosa del otro lado del mostrador nos indica unos vasitos de plástico con tierra: "Lo mejor para vos va a ser la lombriz", sugiere. Bien, entonces, la cosa es con "la lombriz". Nos llevamos uno de esos vasitos medio escondidos entre las ropas y partimos, junto con DF -tecladista y artífice de Satélite Kingston- a buscar la mojarra gigante, una extraña especie muy codiciada entre los pescadores.

Después de muchas vueltas llegamos al sitio. Un riacho, al cual, accedimos después de trasuntar bares de mala muerte y de emborrachar a viejos guías de Gualeguaychú con el fin de que dejaran caer el dato. La tarea fue difícil, pues, el mejor lugar, ahí, donde la gran mojarra aguarda voraz, no se entrega tan fácilmente y menos a dos forasteros con cara de nada. "No, flaco, pero eso sale con pasta", nos anuncia uno de los expertos. Ahhh! Nos cagaron con la lombríz.

La pesca es una actividad extraña. ¿Qué pasa por la cabeza de un tipo que espera horas y horas a que se mueva la puntita de una vara? No sé. Lo que sí sé es que en la Argentina se practica muchísimo: hay excursiones que salen hasta desde el Obelisco. Las combis aceleran de madrugada cargadas de gente, en su mayoría hombres, con rostro serio. Llevan siempre una caja como de herramientas y varias cañas envueltas en lonas; tal vez, añaden una botella de ginebra y la mayoría de estos tipos son pelados. Todos, según puede intuirse a simple vista, saben un poco más que el resto y, se supone, que dentro de sus cabezas nadan los peces que van a capturar un poco más tarde -para no defraudar a la patrona que los dejó escapar-.

Estoy hablando, por supuesto, del pescador raso, el de la carnada "podrida" y "viva", y que odia a aquellos que quieren transformar a esto en un deporte de elite tipo, "pesca con mosca", con catch and release, con señuelos sin olor, sabor, ni mugre.
La carnada "podrido" consta nada menos que de tripas de pollo infestas de varios días o meses; "pasta" es una mezcla de granos de maíz -aunque parezca increíble los peces comen eso- con una excecrante sustancia pegajosa y la "viva" son pequeños animalitos -crías de peces también- que se pinchan en el anzuelo como vienen.
Son personajes oscuros los pescadores.

Siempre me atrajeron como espectros de la "vida simple" y decidí volverme uno de ellos. No lo conseguí del todo. De más está decir que jamás apareció la mojarra gigante y sólo quedó esta foto sacada por DF para hacerle honor a la "pesca" que aparece como tema en la bajada de este blog

*Para quienes quieran chusmear la relación del rock con la pesca aquí va un capítulo de "Fishing with John": el mejor programa del género. Los parecidos del relato anterior con esto son, obviamente, un gesto. Aquí John Lurie, saxofonista y actor -"Bajo el peso de la ley", por ejemplo- lleva a pescar nada menos que a… Tom Waits http://www.youtube.com/watch?v=XUCuAgFjcM8

viernes, 4 de julio de 2008

Un cacho de nada


La poesía me resulta un arte oculto. Leer parrafadas con palabras metidas con garrote para provocar metáforas medio crípticas me desalentó mucho en mi vida. Las letras de algunos temas del rock, de todos modos, me decían al oído que la poesía no era, en sí misma, algo intragable, sino que se trata de un género un poco maltratado.
Más allá de algunos textos de Charles Boudelaire (en Flores del Mal, sobretodo), el resto de los que podrían denominarse clásicos tampoco me gustan. Devoré a Rubén Darío y nada. Probé con Charles Bukowski y, presentí, que eso no era poesía, sino otra cosa, divertida, pero lejana.
Pero un día algo pasó. Cuando las letras de algunos tangos, sobre todo de Discépolo (incomparable a pesar del cliché) Contursi, Cadícamo y Homero Manzi tocaron mi fibra íntima empecé a bucear en algunos autores ligados al tango, pero que no se dedicaban exclusivamente a hacer letras. Y lo encontré. Estaban ahí, bastante cerca y, sin embargo, lejos. Sucede que estos autores de poesía no aparecen en los estantes destacados de las bibliotecas y librerías. Ya Oliverio Girondo y “La Pizarnik” (por qué el artículo tan feo) me habían llamado la atención. Pero, cuando tomé en mis manos “El gato escaldado” de Nicolás Olivari entendí la poesía (o eso que debería llamarse así) http://www.elortiba.org/olivari.html.
Más tarde llegué a Luis Alposta (médico aún en vida) en “Con un cacho de nada” (hizo letras para Edmundo Rivero y Melingo) http://www.youtube.com/watch?v=UOIWf1v6xWk-.
El derrotero me dirigió hacia Mario Jorge De Ellis (bastante muerto), con “Litoral de angustia”. De Ellis, me enteré, más tarde, era tío abuelo de Marcos C., el violinista de AT, con lo cual, el regocijo fue mayor (me regaló una antología esencial que pico hambriento siempre que puedo).
Aquellos a los que la poesía les resulta una cagada -sin eufemismos-, en fin, aquí tienen algunas opciones de autores y un ejemplo:


Cuartetos para un ahorcado
Alposta


“Dicen que fue en el árbol del pasado
donde colgó la soga del recuerdo.
¿Filósofo, poeta, loco o cuerdo?
Nos pregunta su sombra desde el muro...

Sólo sé que vistiendo traje oscuro,
ciñó a su cuello el lazo, suavemente,
dejó caer el banco del presente
Y le sacó la lengua a su futuro”




El que tenga aportes de otros autores, bienvenido (aclaro que Raúl González Tuñón y Julián Centella son un posteo aparte, antes de que los mencionen)

domingo, 29 de junio de 2008

Piratas del pop







¿Qué pasa por ahí? Es extraño, pero hace tiempo que no le presto ninguna atención a las novedades musicales. Y menos si son inglesas. Es como que ingresé en una órbita celeste de búsqueda que no tiene ninguna regla estética: voy por los caminos menos pensados a la pesca de algo que me guste. La cosa viene cada vez más alejada del pop (nunca me gustó mucho, pero ahora menos) The Beatles fueron para mí una maldición: contaminaron todo, no dejaron crecer otras cosas, eclipsaron a artistas que eran mejores.
En la Argentina también ocurrió y eso me resulta casi repugnante. Aclaró: hice muchas veces el intento de escucharlos y… nada. Si alguien llega a ponerme a los fabulosos cuatro a la mañana me embarga un sentimiento homicida. De todos los temas que tienen, creo que me caen simpáticos dos o tres. Ojo: decir que no te gustan los Beatles en una mesa, por ejemplo, de gente que dice gustarle mucho la música es casi un sacrilegio. Hagan la prueba.
Pero el post de hoy venía por otro lado. El otro día un amigo, el Cabra –viejo amigo y ex guitarrista de AT- me mostró algunas bandas que se suponen son lo nuevo, de lo nuevo, de lo más nuevo del pop inglés. Las escuché. Y sigo pensando que la mejor relación que tengo hoy con algo inglés es mi inodoro: fabricado íntegramente en ese país (prometo foto).
En fin, estas son las nuevas promesas, según el Cabra, en quien confío:

*The Last Shadows Puppets: un grupo hecho de dos mitades: el cantante de Artic Monkeys y el de The Rascals. Vienen con pretensiones de (¡) Scott Walker, aunque parezca un chiste. No son malos, incluso algún tema puede ir bien para escuchar viajando hacia alguna parte como Punta Indio o Las Toninas (dos lugares subvaluados). Pero igual, la intención, el argumento, y la estética suena más que a influencia a copia bien típica de estos incorregibles inglesitos hábiles con los instrumentos. ¿Habrán dejado de lado por un rato a los Beatles? http://www.youtube.com/watch?v=XGV8xCkpXjE

*The Rascals: un poco más psicodélico que el anterior. Bastante Velvet en la estética. Tienen algunos fundamentos interesantes en la estructura de las canciones y el sonido. No escuché el disco entero, pero, por momentos, hay un olorcito a los hermanitos Gallagher que da asco. http://www.youtube.com/watch?v=zPT8orisEfA&feature=related

*The Coral: un robo a mano armada a… ¡Echo and the Bunnymen! Quién lo creería. A los originales no parece irles demasiado bien, y aparecen estos émulos que, a grandes rasgos, parecen más académicos con los instrumentos, pero menos contundentes y climáticos.
http://www.youtube.com/watch?v=l4B7Is7q-sE

*Babyshambles: ¿Por qué lo pongo? Es la banda de Pete Doherty. Si, ése que hace de Charly García joven en Inglaterra (iba a decir Sid Vicious, pero quedaba grande). La banda, sin embargo, es la que me resultó más interesante. Tiene como estructuras más anárquicas con un olor demasiado parecido a Richard Hell (lo recomiendo). Algunas cosas son simpáticas y, sobre todo, rescato que es el único que no abusa del flequillito (¿qué pasa con la felpa en la frente que tanto les gusta hoy a los niños flemáticos de la isla británica?)
http://www.youtube.com/watch?v=am8C47g41Nk
http://www.youtube.com/watch?v=1WGzqpbldac

domingo, 22 de junio de 2008

Pánico abogado


El cine es una cantera de frases inolvidables. Son como axiomas que quedan grabados en el hipotálamo popular por lo ocurrente, cómicas o cínicas que suenen, según la ocasión. Quizá todo empezó con aquel “tócala de nuevo Sam” de Humphrey Bogart al pianista en Casablanca (nunca la entendí del todo). Otra: “Are you talking to me (me estás hablando a mi)”, de Robert de Niro en Taxi Driver, mientras el personaje ensaya un ataque con dos pistolas frente al espejo (siempre me pareció algo artificial). Hasta el hartazgo se repitió también una que para mí, no significa nada: “Hasta la vista baby”, Arnold Schwarzenegger en una de las Terminador (me parece una tontería). Encima me hace acordar a que el tipo desde hace unos años hace de gobernador de California, EE.UU. (siempre repite el mismo papel)
Pero existe una que me gusta mucho. No la escucho nunca y eso la hace más atractiva aún. Creo que sólo se dice en el ámbito tullido, aunque tiene los condimentos para considerarse una de las más grandes. Estoy hablando de “yo como tu abogado te recomiendo…” de Benicio del Toro, gordo e hiperdrogado, a un Johnny Depp, (pelado e hiperdrogado también) en Pánico y Locura en Las Vegas, de Terry Gillan. Es una frase enorme, porque funciona de múltiples maneras: para sugerir algo más estúpido de lo que el otro está pensando, para marcar un camino de perdedor a perdedor o para decir algo en situaciones acongojantes. Además, ingresa la figura del abogado, algo que le da un tono de autoridad subliminal a alguien en situaciones totalmente absurdas.
Se reciben frases!

lunes, 16 de junio de 2008

Botella re vacía


Voy a regresar con un tema que toqué anteriormente. Después del anuncio de la visita de Wayne Hussey, lo lógico sería contar qué tal estuvo. Y aquí va: público heterogéneo, de más de treinta, viviendo una empalagosa fiesta de nostalgia sin ningún aderezo. Unas 400 personas en La Trastienda (cuando la capacidad, al tope, es de unas 1000) arrebataron todo lo que pudieron de la bandeja de canciones que ofreció Hussey. Ahora, bien. Me llamó la atención la cantidad de temas buenos que compuso este señor en ¿25 años?. La lista parecía un hit atrás del otro y bien tocados: medio de fogón. A esto le sumó algunas versiones de temas como A Night Like This, de The Cure (buena), Ashes to Ashes, de Bowie (difícil), My Funny Valentine (mediocre) y With or Without You, de U2 (horrible). En este último tema se olvidó la letra y todos pensamos: “Bueno ya está… pasemos a otra cosa”. Pero no, Hussey empecinado volvió a tocarlo. Hubo mucha interacción con el público (de escasa gotiquería porteña, cabe añadir) e incluso, por momentos, parecía una especie de pantomima de todo eso. Le daba del pico a la botella de tinto y se notaba festivo, onda: "Qué bien que me va con este chiste". Los fanáticos agradecidos obvio, e incluso yo también (muy borracho). Fui acompañado por familia, el baterista de AT (recontra borracho) y Daniel Flores (músico de ska), amigo e invitado tullido de siempre. Nos convocó, en parte, el hecho de que Hussey parecía volver a la acción con un disco nuevo bajo el brazo (Bare) que, si bien, es de transición y desparejo, supuestamente, mostraba un camino. Error de cálculos: todo indica que este señor sigue con la idea fija de remezclarse, remixarse, reeditarse y todo lo que tenga un re adelante como único aporte a su trayectoria.
A esta altura, la pregunta se plantea sola: ¿En tantos años, Hussey, no pudo juntar cuatro acordes para una canción nueva? Las hubo, pero no tocó ninguna de ellas, porque son malas. Esta todo dicho y, creo entender, ahora, qué diablos está haciendo en una chacra en las afueras de San Pablo. (http://www.lanacion.com.ar/EdicionImpresa/espectaculos/nota.asp?nota_id=1020977)…. Retirarse. Bien por él.
Calificación:

FV: Uno, en novedad; diez, en nostalgia (y esto no suma 11, aclaro, por las dudas)

domingo, 8 de junio de 2008

Los que se fueron

Como en muchos otros aspectos, los noventa, fueron años extraños también para la música. Debajo de la línea de flotación de lo que se denominó “éxito” –verdaderos fracasos artísticos, cabe añadir- hubo bandas con las cuales AT compartió un estilo de encarar las cosas. Tal vez, no había demasiada conexión en lo musical, pero sí en lo humano y en la interpretación de ciertas influencias. Dios, Nietos de Noche y Carlos de Delmonico Drome fueron algunas. En 2000, integrantes de esas bandas tuvieron un éxodo forzoso. El otro día estaba pensando en qué andarán. Y aquí van algunos datos:
*Tomás Notcheff: bajista de Dios. Hoy vive en Barcelona y formó con Carmen Burgues la banda Mueran Humanos. “Exito de una Ex Santa” es su último trabajo. Aquí pueden escuchar algo: www.myspace.com/mueranhumanos.
*Pedro Amodio: cantante de Dios. Se fue a algún lugar de España y siguió con su locura por los sonidos naturales de la realidad. Autor de letras impactantes (algunas de las mejores que se escuchó arriba de un escenario en mucho tiempo) Pedro es una especie de multiartista en suspensión. Esto es lo que hace ahora: http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendid=318074603
*Carlos Delmónico: Después de desarmar Delmónico Drome, este fanático (quizá el más grande del mundo) de The Fall trasuntó por varios lugares. Incluso tocó un par de veces la batería en ensayos de AT (tocaba parado). Su padre, dueño de una farmacia, sin saberlo colaboró mucho en la hiperrealidad que pasaba por la cabeza de su hijo y de algunos AT también (¡lo de las pastillas azules es verdad!). A fines de los noventa ya era Ravin Mad Carlos (o algo así): una especie de Suicide unipersonal hasta que emigró a Europa. Se dice que anda por Berlín y que sigue tocando. Cuando consiga donde ubicarlo voy a publicarlo.

*Nietos de Noche: su último disco se llamó Bahía White. Tal vez fue la banda menos conocida de esa época, porque sus integrantes, ex habitantes de Bahía Blanca, se tomaban en serio. La banda colaba una impronta a lo Birthay Party, pero en lunfardo y, creo que en todo el espectro, fueron los que podrían denominarse como malditos. Aunque siempre pensé que nunca más vería a sus integrantes, hoy, por suerte la vida nos ha ubicado en sitios cercanos y puedo preguntarles cosas sobre su banda que en su momento me hubiesen dado vergüenza. El tecladista es el mozo de Territorio, un bar en San Telmo (un hombre extraño cuando te trae el cortado). Y, hace poco aparecieron en MySpace: (http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendid=371771753
Adrián Yanzón, cantante de Los Pillos fue la última voz de la banda.http://profile.myspace.com/index.cfm?fuseaction=user.viewprofile&friendid=185990334
Quienes quieran aportar otros casos, bienvenidos.