lunes, 8 de diciembre de 2008

Odiooido


Quienes viven en zonas naturalmente exuberantes tienen suerte. O no.

En la ciudad, en cambio, el paisaje es el prójimo. Para odiar, amar o sorprenderse uno depende del idiota que pasa frente suyo, come al lado, vive en la otra puerta o putea en la calle.

Es así: no hay naturaleza viva con la cual entretenerse. Ni montañas, ni mar, ni selva, ni nada, salvo cemento y gente.

Por eso, las frases ingeniosas que uno puede pescar a la pasada resultan un bálsamo, una bocanada de aire fresco, aunque uno mismo puede llegar a resultar una víctima de ellas. Aquí van algunas:

 

1 De un jefe de la policía bonaerense al anunciar una de las recurrentes purgas en la fuerza:

-“El que no se adecue a los cambios va a tener que pasar a la biblioteca de la institución”

-(¿…?) (Periodista)

-“Y la policía bonaerense no tiene biblioteca”

 

2 De una madre a su hija de cinco años:

-“No me entra en la cabeza cómo podés hacer tanto quilombo”

-“Entonces va a tener que crecerte la cabeza” (su hija)

 

3 De una llamada telefónica de un personaje totalmente hegomaníaco a una amiga que ya no lo soporta:

-“Hola: te llamaba para contarte lo que estoy haciendo”

-(¿…?) (Amiga)

 

4 De un jefe a un empleado a propósito de la negativa a un pedido de un día para estar con su familia:

- “Pero dígame: ¿dónde va a estar mejor que acá?

- (¿…?) (Empleado)

 

5 De una remera en el subte en la que se leía la leyenda “Feministas orgullosas” y abajo:

-“Somos malas, pero podemos ser peores”

-(El mensaje es bastante claro)

 

Pueden agregar las suyas: intentemos que no sean remanidas.


Angela Tullida (foto) vuelve a tocar en Buenos Aires. Próximo 19, a las 22, en El Perro Andaluz: Bolívar 850