jueves, 1 de enero de 2009

Al cementerio


Feliz 2009:  Mi amigo DF me lo contó entre resignado y apenado hace casi un año. Sentí un escalofrío en la espalda. Más tarde alguien me comentó una situación similar. También sufrí por él. En estos temas es muy difícil regocijarse con la tragedia ajena.  

Ayer terminó tocándome. La trinchera de cajitas de plástico y cintas con cartones escritos a mano que había mantenido no sin poco esfuerzo inexpugnable cayó vencida. La tierra y la mugre que se habían acumulado en los estantes precipitaron la batalla. No hubo forma de defenderlos más. Se los llevaron finalmente en varias cajas hacia un destino incierto. Tal vez a algún cementerio donde, supongo, profanarán sus secretos más íntimos y descubrirán el alma de alguien un tanto desordenado pero cariñoso y amante.

Con mucho dolor debo anunciar oficialmente que he tenido que desprenderme de cientos de cassettes que atesoraba como una clave de otros tiempos. El nulo uso que últimamente hacía de ellos tampoco ayudó en los argumentos para defenderlos sumado a un hogar que revienta de cosas. No he sido cobarde. Intenté conservarlos con valentía. Logré llegar más lejos que algunos de mis compañeros. Pero en algún momento de la guerra, un descuido cuesta la vida y hay que enfrentar los hechos.

 

Xmal-Deuschland (recuerdo cuando lo puse en su féretro), The Cure –con eructos inéditos de RS-; And Also The Trees (todos), marchas alemanas e italianas; Bauhaus (la mayoría), una treintena de demos de AT; ignotas y excelentes bandas nacionales (Petronilo, recopilaciones varias), Residents (originales) y Van der Graff, Suicide y Swans; The Mission, Bauhaus, Love and Rockets; The Smiths y Nick Cave, autores de tango; Leonardo Fabio, Elvis y hasta uno de Cacho Castaña fueron a parar a la calle.

Había tanto y de tantos artistas que se me cae un lagrimón. 

Me imagino la cara de quien los encuentre. Quizá contribuya en mi vecindario a cambiar algo del tono regeatonero que todo lo carcome. No lo creo. Estos changos tienen equipo de última generación y la casetera ya no existe. 

Recuerdo que cuando a DF le tocó la racia cayó al trabajo con una bolsa de plástico clandestina y me la entregó de manera entre morosa y cómplice. Habría unos cuarenta cassette adentro. No se había animado a tirarlos y me los traía en un impulso desesperado por resguardarlos. Estaba pidiéndome asilo para sus criaturas. Dejé la bolsa por ahí. No podía hacerme cargo. Mi situación, por aquellos momentos, podría definirse como delicada. Exhibirme por ahí con esos objetos, lo siento, significaba una provocación. 

En mi caso, sólo he podido rescatar de la racia unos veinte ejemplares. Fue el resultado de una larga negociación (había cintas de AT y autores que no conseguiría jamás). 

Sólo puedo decir en mi defensa que luché hasta donde pude.

Ahora, la historia será quien me juzgue…