domingo, 27 de julio de 2008

Bien cagados



Cagar puede ser un paraíso, pero también un infierno y, sobre todo, una obra de arte. Sino miren esto. Ocurrió la semana pasada y, para mí, fue la gran noticia, aunque no la vi en ningún lugar publicada. La historia es así: “Un servicio policial fue contratado en la ciudad uruguaya de Durazno (183 kilómetros al norte de Montevideo), para custodiar un inodoro francés de 1887 en funcionamiento, valuado en 800.000 dólares por el museo del Louvre, informó este martes el gobierno departamental”.
Creo que en la historia, la relación del hombre, con este accesorio tan caro a la intimidad ha sido más que buena. Fijense que incluso nadie pensó en suplantar al inodoro por “nuevas tecnologías”, sino que todo lo contrario, el agujero de losa, sigue siendo la mejor opción. Creo, también, que no se ha escrito mucho sobre el hecho de cagarse encima. Pocas cosas son tan inconfesables, aunque, al mismo tiempo, tan masivas. Un retorcijón le puede pasar a cualquiera y, cuando llega, el mundo es una mierda con todas las letras.


Podría aventurar que muchas de las medidas, por ejemplo, de un Presidente, furcios en discursos y hasta conflictos bélicos, tienen que ver con ese instante de zozobra, transpiración fría y desesperación. “Señor, tiene que firmar esta resolución”, me imagino diciéndole un Ministro al Presidente. Y él: “Uhhhh, ¿cuántas páginas tiene?”. “Ciento veinte, Señor”, le dicen. “Bueno, dame que la firmo ya mismo porque me…” y no termina la frase. Mete el gancho y sale disparado al lujoso, blanco y prístino inodoro del despacho presidencial. “Ahhhhh, qué se vayan todos a la mierda”, concluye el Señor y nunca tuvo tanta razón.


Conozco músicos –no voy a dar nombres- que tuvieron que abandonar el escenario repentinamente para ir a cagar desesperados. Sus compañeros lo miraban salir corriendo y no entendían nada. El público siempre agudo, imaginaba alguna tropelía con un papel sin terminar, o cosas por el estilo. Y nuestro muchacho, lo único que quería era desembarazarse de semejante carga. Lo peor es que la banda en cuestión –no voy a nombrarla- no se caracteriza por temas de dos minutos. Puedo ponerme en la piel del baterista –perdón, se me escapan algunos datos sin querer- cuando sólo iban por la introducción del tema de siete minutos y ya no daba más. ¿Quién puede llevar el tiempo musical ante semejante urgencia?


Hay gente que puede ir a cagar a cualquier baño. Otros no. Aguantan hasta llegar a “su” baño. Esto puede acarrear fases de increscento sufrimiento imposibles. La peregrinación hasta alcanzar el picaporte, abrir la puerta, darse la vuelta, desabrocharse el pantalón, bajarse los calzones o la bombacha -ventajas de no usar- y dejarse caer en la boca del lobo podría asemejarse al vía crucis, pero considero que todavía es peor –qué pesa más: una puta cruz de madera o dos días de angustia concentrada en el estómago-.
En cambio, los que sufren menos, los que se ubican en una escala menor de la evolución humana, apoyan el culo en cualquier lado. Siempre me sorprendió esa gente: van cierran la puerta del habitáculo que hace de baño en un bar repleto con 1000 personas, por decir algo, y cagan sin problemas, ni remordimientos. ¿El papel? A quién carajo le importa. Ellos siempre encuentran algo y puede ser, según me confesó uno de ellos, hasta las prendas íntimas del momento.


Pero volvamos al principio. La noticia del hallazgo del inodoro en Uruguay sigue de este modo: "Se trata de un inodoro francés de porcelana blanca, de 1887, pintado a mano por dentro y por fuera con una técnica de oriente en tinta de calamar azul. Conserva su sello original y hay solo tres en el mundo. La nueva "joya" uruguaya se encuentra en uso cotidiano por funcionarios municipales, en una antigua casa que perteneció al médico y filántropo italo-uruguayo Emilio Pensa a fines del siglo XIX, quien equipó y decoró la misma con una marcada influencia de la cultura francesa”.
Me imagino a los funcionarios “municipales” charrúas, ahora, con el inodoro bajo custodia policial. Después de los diez litros de mate, entre las 9 y las 10 de la mañana, no entiendo como la losa seguía pintada de azul.


Alguna vez lo dije. Tengo un inodoro inglés. Es de marca Reversas (no es el de la foto) y, ahí, donde todo da en el blanco hay un escudo con la coronita de las islas. Eso le da un placer doble al hecho.

Puedo sugerir músicas para el acontecimiento. Pero, sin duda, algo clásico va muy bien con esto. Se me ocurrió este tema de un compositor nuevo argentino, Ulises Conti, a quien recomiendo escuchar mientras... ya saben.





domingo, 20 de julio de 2008

Pasen y vean


Iba a recomendar que escucharan a T-Bone Burnet y a Hugo Race. Pero recomendar algo a alguien puede resultar peligroso. Sino imagínense el cargo de conciencia del que sugirió el nombre de Cleto para acompañar a la Señora. “Es un muchacho del interior calladito y prolijo”, deben haber sugerido en el seno del régimen.
Y aquí estamos en la tribuna del nuevo circo. Recuerdo que el miércoles pasado me dormí después de un nebuloso ensayo de AT. Había visto el número central en la carpa del Rodas, con un tal Ramón Saadi, como un siniestro entrepeneur conocido y certero.

Pero con sorpresa, a la mañana me desperté con la insoportable música del Cirque du Soleil de fondo. Sin imaginarlo, amanecí en un país democrático, transparente y con instituciones incorruptibles gracias al desconocido payaso Cleto. Pero no se porqué –no debería, lo sé- ya estoy extrañando al oso boxeador, famélico y desmechado; al león drogado, los payasos de siempre con nariz de payaso bien roja –de borrachos- y el olor a kerosene berreta que emana del traga antorchas: un limado que no encontró un trabajo mejor –alguien debe acordarse del Indio Watanga en la Nave Nave-. Yo no le creo mucho a esta carpa prolija, blanca y de diseño. Ni a los payasos inteligentes y sin pena; tampoco a toda esa música hight tech en vivo y, menos aún, a los malabaristas que superaron hace tiempo la parada del semáforo, aunque sigan intentando las mismas pruebas. Ni hablar de todas esas caras alegres pintadas de falsa y limpia tristeza para contar una engañosa historia épica que no cierra nunca.
La banda de sonido para todo esto, al menos, para mí, está a cargo de Tiger Lillies. Esta banda inglesa se me ha revelado desde hace bastante como de lo mejor. Esto no es Alegria, ni tampoco la típica musiquita circense de moda. Tiger Lillies, producidos al principio por Severin y acompañados, en un disco, por Alexander Hacke, de EN, hicieron la música de esta obra mucho antes de que nos pasara. ¡Pasen y vean! No lo dejen pasar…
http://www.youtube.com/watch?v=O3GpX8AXNRk
http://www.youtube.com/watch?v=rpefat6TgII&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=5nWDwDbi7No&feature=related

domingo, 13 de julio de 2008

Carnada viva



"Hay podrido". Una frase así, escrita con tiza sobre un pizarrón al costado de un camino, no puede -ni debe- dejarse pasar. "Carnada viva", dice más abajo en el anuncio, y entonces, es mejor acercarse al extraño puesto a ver qué pasa.

Una mirada morosa del otro lado del mostrador nos indica unos vasitos de plástico con tierra: "Lo mejor para vos va a ser la lombriz", sugiere. Bien, entonces, la cosa es con "la lombriz". Nos llevamos uno de esos vasitos medio escondidos entre las ropas y partimos, junto con DF -tecladista y artífice de Satélite Kingston- a buscar la mojarra gigante, una extraña especie muy codiciada entre los pescadores.

Después de muchas vueltas llegamos al sitio. Un riacho, al cual, accedimos después de trasuntar bares de mala muerte y de emborrachar a viejos guías de Gualeguaychú con el fin de que dejaran caer el dato. La tarea fue difícil, pues, el mejor lugar, ahí, donde la gran mojarra aguarda voraz, no se entrega tan fácilmente y menos a dos forasteros con cara de nada. "No, flaco, pero eso sale con pasta", nos anuncia uno de los expertos. Ahhh! Nos cagaron con la lombríz.

La pesca es una actividad extraña. ¿Qué pasa por la cabeza de un tipo que espera horas y horas a que se mueva la puntita de una vara? No sé. Lo que sí sé es que en la Argentina se practica muchísimo: hay excursiones que salen hasta desde el Obelisco. Las combis aceleran de madrugada cargadas de gente, en su mayoría hombres, con rostro serio. Llevan siempre una caja como de herramientas y varias cañas envueltas en lonas; tal vez, añaden una botella de ginebra y la mayoría de estos tipos son pelados. Todos, según puede intuirse a simple vista, saben un poco más que el resto y, se supone, que dentro de sus cabezas nadan los peces que van a capturar un poco más tarde -para no defraudar a la patrona que los dejó escapar-.

Estoy hablando, por supuesto, del pescador raso, el de la carnada "podrida" y "viva", y que odia a aquellos que quieren transformar a esto en un deporte de elite tipo, "pesca con mosca", con catch and release, con señuelos sin olor, sabor, ni mugre.
La carnada "podrido" consta nada menos que de tripas de pollo infestas de varios días o meses; "pasta" es una mezcla de granos de maíz -aunque parezca increíble los peces comen eso- con una excecrante sustancia pegajosa y la "viva" son pequeños animalitos -crías de peces también- que se pinchan en el anzuelo como vienen.
Son personajes oscuros los pescadores.

Siempre me atrajeron como espectros de la "vida simple" y decidí volverme uno de ellos. No lo conseguí del todo. De más está decir que jamás apareció la mojarra gigante y sólo quedó esta foto sacada por DF para hacerle honor a la "pesca" que aparece como tema en la bajada de este blog

*Para quienes quieran chusmear la relación del rock con la pesca aquí va un capítulo de "Fishing with John": el mejor programa del género. Los parecidos del relato anterior con esto son, obviamente, un gesto. Aquí John Lurie, saxofonista y actor -"Bajo el peso de la ley", por ejemplo- lleva a pescar nada menos que a… Tom Waits http://www.youtube.com/watch?v=XUCuAgFjcM8

viernes, 4 de julio de 2008

Un cacho de nada


La poesía me resulta un arte oculto. Leer parrafadas con palabras metidas con garrote para provocar metáforas medio crípticas me desalentó mucho en mi vida. Las letras de algunos temas del rock, de todos modos, me decían al oído que la poesía no era, en sí misma, algo intragable, sino que se trata de un género un poco maltratado.
Más allá de algunos textos de Charles Boudelaire (en Flores del Mal, sobretodo), el resto de los que podrían denominarse clásicos tampoco me gustan. Devoré a Rubén Darío y nada. Probé con Charles Bukowski y, presentí, que eso no era poesía, sino otra cosa, divertida, pero lejana.
Pero un día algo pasó. Cuando las letras de algunos tangos, sobre todo de Discépolo (incomparable a pesar del cliché) Contursi, Cadícamo y Homero Manzi tocaron mi fibra íntima empecé a bucear en algunos autores ligados al tango, pero que no se dedicaban exclusivamente a hacer letras. Y lo encontré. Estaban ahí, bastante cerca y, sin embargo, lejos. Sucede que estos autores de poesía no aparecen en los estantes destacados de las bibliotecas y librerías. Ya Oliverio Girondo y “La Pizarnik” (por qué el artículo tan feo) me habían llamado la atención. Pero, cuando tomé en mis manos “El gato escaldado” de Nicolás Olivari entendí la poesía (o eso que debería llamarse así) http://www.elortiba.org/olivari.html.
Más tarde llegué a Luis Alposta (médico aún en vida) en “Con un cacho de nada” (hizo letras para Edmundo Rivero y Melingo) http://www.youtube.com/watch?v=UOIWf1v6xWk-.
El derrotero me dirigió hacia Mario Jorge De Ellis (bastante muerto), con “Litoral de angustia”. De Ellis, me enteré, más tarde, era tío abuelo de Marcos C., el violinista de AT, con lo cual, el regocijo fue mayor (me regaló una antología esencial que pico hambriento siempre que puedo).
Aquellos a los que la poesía les resulta una cagada -sin eufemismos-, en fin, aquí tienen algunas opciones de autores y un ejemplo:


Cuartetos para un ahorcado
Alposta


“Dicen que fue en el árbol del pasado
donde colgó la soga del recuerdo.
¿Filósofo, poeta, loco o cuerdo?
Nos pregunta su sombra desde el muro...

Sólo sé que vistiendo traje oscuro,
ciñó a su cuello el lazo, suavemente,
dejó caer el banco del presente
Y le sacó la lengua a su futuro”




El que tenga aportes de otros autores, bienvenido (aclaro que Raúl González Tuñón y Julián Centella son un posteo aparte, antes de que los mencionen)