La poesía me resulta un arte oculto. Leer parrafadas con palabras metidas con garrote para provocar metáforas medio crípticas me desalentó mucho en mi vida. Las letras de algunos temas del rock, de todos modos, me decían al oído que la poesía no era, en sí misma, algo intragable, sino que se trata de un género un poco maltratado.
Más allá de algunos textos de Charles Boudelaire (en Flores del Mal, sobretodo), el resto de los que podrían denominarse clásicos tampoco me gustan. Devoré a Rubén Darío y nada. Probé con Charles Bukowski y, presentí, que eso no era poesía, sino otra cosa, divertida, pero lejana.
Pero un día algo pasó. Cuando las letras de algunos tangos, sobre todo de Discépolo (incomparable a pesar del cliché) Contursi, Cadícamo y Homero Manzi tocaron mi fibra íntima empecé a bucear en algunos autores ligados al tango, pero que no se dedicaban exclusivamente a hacer letras. Y lo encontré. Estaban ahí, bastante cerca y, sin embargo, lejos. Sucede que estos autores de poesía no aparecen en los estantes destacados de las bibliotecas y librerías. Ya Oliverio Girondo y “La Pizarnik” (por qué el artículo tan feo) me habían llamado la atención. Pero, cuando tomé en mis manos “El gato escaldado” de Nicolás Olivari entendí la poesía (o eso que debería llamarse así) http://www.elortiba.org/olivari.html.
Más allá de algunos textos de Charles Boudelaire (en Flores del Mal, sobretodo), el resto de los que podrían denominarse clásicos tampoco me gustan. Devoré a Rubén Darío y nada. Probé con Charles Bukowski y, presentí, que eso no era poesía, sino otra cosa, divertida, pero lejana.
Pero un día algo pasó. Cuando las letras de algunos tangos, sobre todo de Discépolo (incomparable a pesar del cliché) Contursi, Cadícamo y Homero Manzi tocaron mi fibra íntima empecé a bucear en algunos autores ligados al tango, pero que no se dedicaban exclusivamente a hacer letras. Y lo encontré. Estaban ahí, bastante cerca y, sin embargo, lejos. Sucede que estos autores de poesía no aparecen en los estantes destacados de las bibliotecas y librerías. Ya Oliverio Girondo y “La Pizarnik” (por qué el artículo tan feo) me habían llamado la atención. Pero, cuando tomé en mis manos “El gato escaldado” de Nicolás Olivari entendí la poesía (o eso que debería llamarse así) http://www.elortiba.org/olivari.html.
Más tarde llegué a Luis Alposta (médico aún en vida) en “Con un cacho de nada” (hizo letras para Edmundo Rivero y Melingo) http://www.youtube.com/watch?v=UOIWf1v6xWk-.
El derrotero me dirigió hacia Mario Jorge De Ellis (bastante muerto), con “Litoral de angustia”. De Ellis, me enteré, más tarde, era tío abuelo de Marcos C., el violinista de AT, con lo cual, el regocijo fue mayor (me regaló una antología esencial que pico hambriento siempre que puedo).
Aquellos a los que la poesía les resulta una cagada -sin eufemismos-, en fin, aquí tienen algunas opciones de autores y un ejemplo:
Aquellos a los que la poesía les resulta una cagada -sin eufemismos-, en fin, aquí tienen algunas opciones de autores y un ejemplo:
Cuartetos para un ahorcado
Alposta
Alposta
“Dicen que fue en el árbol del pasado
donde colgó la soga del recuerdo.
¿Filósofo, poeta, loco o cuerdo?
Nos pregunta su sombra desde el muro...
Sólo sé que vistiendo traje oscuro,
ciñó a su cuello el lazo, suavemente,
dejó caer el banco del presente
Y le sacó la lengua a su futuro”
El que tenga aportes de otros autores, bienvenido (aclaro que Raúl González Tuñón y Julián Centella son un posteo aparte, antes de que los mencionen)