domingo, 7 de junio de 2009

Charlando con Andrecito

Un amigo, Lucas Colonna, ex guitarrista de Angela Tullida (época "Pinchadura") y periodista pudo mantener esta conversación con Andrew Eldritch, de Sisters of Mercy, antes de su show en Flores. Lo que sigue es lo que se trajo de esa charla y su opinión sobre el recital:

"Guerra Fría. Desocupación. Fábricas abandonadas. Parajes industriales devastados. ¿Te haces a la idea? En Leeds teníamos una nube sobre la cabeza. En el Reino Unido todos la tenían. De ahí salía esa música, esas ideas, ese espíritu, supongo”. Quien habla es Andrew Eldricht, el fundador y vocalista de The Sisters of Mercy, el grupo insignia del sonido oscuro de la década del 80 que visitó Buenos Aires por primera vez en sus 29 años de carrera.

Eldritch me recibió horas antes del recital que el grupo dio en El Teatro, de Flores. Curiosamente, su explicación sobre el aura de la banda funcionó como el más profundo contraste con lo que la noche del martes se vio sobre el escenario porteño: lejos, muy lejos de los altos estándares de los discos de estudio, el grupo ofreció un show manufacturado y desalmado; un compendio de canciones ejecutadas en clave de karaoke, con un sonido vacío y desajustado.

En una hora y media de recital, aquel elocuente retrato ballardiano de la Gran Bretaña de Margaret Thatcher que los Sisters pintaron como ningún otro grupo entre 1980 y 1992 (período en que editaron tres discos de estudio y una veintena de simples) trocó en una caricaturesca y pobre recreación del pasado.

Eldritch es el único miembro original del grupo que sigue en carrera. Lo acompañaron aquí los guitarristas Ben Christo y Chris May, ambos claramente influenciados por el sonido del heavy metal, y ciertamente ajenos a las sutilezas y a la energía punk de los originales Sisters. Una prueba: las tramas enredadas y enigmáticas de las guitarras de Gary Marx y de Wayne Hussey –coaturores del disco debut, First and Last and Always, de 1985- fueron sepultadas por Christo y May, que en el show parecían querer rendir tributo a grupos de dudosa reputación incluso para el hard rock, como Poison o Withesnake.

Otra particularidad inexplicable del show: ningún músico toca el bajo en vivo, pese a que las canciones de la banda están guiadas en su mayoría por las pesadas líneas sonoras de este instrumento.

“Las cosas cambiaron mucho para nosotros”, dijo Eldricht a La Nacion, para explicar por qué desde la edición de Vision Thing, en 1991, el grupo no sacó ningún otro disco, rompió su contrato con la discográfica Warner y modificó completamente su modus operandi y su dirección artística. “La diferencia entre ahora y antes es que ahora podemos girar por el mundo cuando queremos, con las guitarras en la mano, y recaudar nosotros mismos la venta de las entradas”, explicó. “No necesitamos sacar un disco nuevo para que nuestros fans conozcan las nuevas canciones. Las tocamos en vivo”, agregó.

Las palabras de Eldritch permiten interpretar el espíritu de la presentación. El recital incluyó un repaso obligado y notablemente desapasionado de los clásicos de los Sisters como "Lucretia my reflection", "Alice", "Flood", e incluso, "Firts and Last and Always", pero finalmente se perdió entre los sonidos trillados y previsibles de un heavy metal gris y apocopado, orquestado por Christo y May.

: en la nota no puso que entre sus apetencias musicales hoy están en primer lugar el... ¡reggae y el dub! Que, obviamente, no sabe tocar...

Los Sisters son apenas una linda remera... ¡Piedad!

"Lucretia my Reflection" (de verdad) http://www.youtube.com/watch?v=IuezNswtRfo


miércoles, 3 de junio de 2009

Dicen que dicen


Extractos de comentarios textuales de amigos que me han llegado acerca del nuevo disco de Angela Tullida:

Diego (Rosario, Utopía Records): "Lo recibí el sábado a la mañana y no paré de escucharlo, me compré el primero que llegó y se lo llevé el sábado a la tarde a mi mujer. me partió la cabeza! encima el sábado y el domingo estuvo todo el dia nublado y lluvioso, ideal para escuchar este disco! jjeje en serio, me gustó muchisimo, es en verdad más tanguero y milonguero que los otros dos, pero siempre estuvo presente en AT esa veta, obvio, mezclado con canción y oscuridad, no me gustan mucho los rótulos pero está cercano a eso de doom tango o dark tango. Las colaboraciones increíbles".

Juan (ciudad de Buenos Aires):"En el devenir de las asociaciones que me encuentro con el mejor de los sentires al recurrir de forma directa a una palabra que describe "Tripascorazón"  y la palabra que se revela en mis sentidos aturdidos y cansados es: ¡SOBERBIO!

Carlos (Buenos Aires): "Todo bien con ustedes, pero no me gusta. No se puede bailar y el tipo que canta no tiene nada color para Palermo. Es un bajón" 

Héctor (Buenos Aires): "Debe haber un loco por cuadra en esta ciudad al que le debe gustar esto... por suerte no soy uno de esos. Estoy sano"

Espero comentarios sobre estos comentarios

lunes, 18 de mayo de 2009

28 de junio


El pasado está a cargo del futuro 

miércoles, 13 de mayo de 2009

Cabalgaremos





















Si quedara varado en un bar para siempre y hubiese una banda tocando quisiera que fuera definitivamente Slim Cessna's Auto Club. 

Suelo escaparme de las recomendaciones musicales, pero esta no podía guardármela. Algunos medios en los Estados Unidos dicen que es la mejor banda del mundo en vivo. No lo podremos comprobar nunca, porque acá no la conoce nadie.

Son de Denver, quizá el bolsón más interesante de lo que ocurre actualmente musicalmente en ese país. Podrían definirse como altcountry, pero van más lejos. Mezclan la oscuridad faulkneriana con un country rock acelerado. Usan mandolinas y tremolosas guitarras del sur de ese país a un ritmo devastador. 

En pleno auge del folk (que se define como un tipo con una guitarra acústica haciendo canciones aburridas) los Slim son como una patada en el orto. Podés seguir a la ME y todos esos inventos de banditas de inglesitos que parecen los Jonas Brothers despeinados. O podés investigar por otros lugares del planeta. Más arriesgados y menos elegantes que Caléxico y casi tan incendiarios como los Sex Pistols (no por nada son editados por Arternative Tentacles de Jello Biafra), los Slim podrían asemejarse a los locales Los Alamos pero... buenos.

Al frente está Jay Munly (foto) un personaje con una pinta siniestra y voz cascada. Munly tiene dos o tres discos solistas también muy recomendables. Cipper, el último de Slim, en mi humilde opinión es soberbio.

En cierta parte del Sur de los EE.UU. están ocurriendo cosas. Con la impronta de una sombra oscura y los fantasmas de antiguos cowboys algunas bandas como Wovenhand (ex Sixteen Horsepower) o Tarantella (que no se si existen) refundaron el goticismo entre pantanoso y desértico a lo Faulkner y McCormick. Basta de vampiros y toda esa mierda de castillos encantados, ahora, el tema va por otro lado.

Recomiendo poner en Myspace Americadio y Children of de Lord, ambos de Slim.

Que disfruten la info. 


   

lunes, 11 de mayo de 2009

Enano maligno



Pensaba que quería ser Papa, pero le gustaba tanto hacerse la paja que no imaginó un futuro por ahí. 

De aspecto degradado, Carlos Julián Centeno, nació bien y se puso mal de pronto. 

En Ibicuy, Entre Ríos, le había caído alguna porquería de esas que usan para matar todo en el campo y lo había dejado pequeño. Tenía una estatura de juguete con un rostro de hombre mayor. 

Su metro cuarenta eran todo resentimiento. Y su motor era transformarse en el peor hijo de puta de todos los tiempos. Abrazó la causa eclesiástica desde un costado laico después de trasuntar las noches de La Night, un cabarulo de Concordia. La Orden le enseño mucho. Por ejemplo, eso que llaman: "la hora de gloria". Que más o menos significa no perder ni un minuto de tiempo desde que uno se levanta para trabajar en las trapisondas del día.
 
Eso incluyó mucho estudio, preparación y el tesón sin freno para forjarse un lugar en algún garito de poder. Las Fuerzas Armadas resultaban muy obvias, la política demasiado pecaminosa, juntar dinero: de negros. Entonces, siempre con el motor de la intolerancia, la Orden y el resentimiento, decidió dedicarse al siempre inexpugnable recurso del periodismo. Y, cagando gente hizo carrera.

Con el odio (nunca manifiesto)  por su impiadoso físico y su culposa inclinación perversa por las putas terminó armando una familia y tuvo hijos. Ninguno conoce sus secretos, aunque los suyos incluso desconfían de ese hombre pequeño y maltrecho que hace una caricatura de la seriedad bienpensante.
 
Nostradamus nunca realizó ninguna predicción sobre la Argentina. Sí las hizo del mundo (algo más fecundo, seguro) y, en sus devaneos, esbozó que el fin del mundo llegaría con la entronización del primer emperador negro. De haberse ocupado de este país hubiera ubicado en sus afiebradas interpretaciones el avance de un enano maligno.

Estén atentos... 

  
 

miércoles, 6 de mayo de 2009

TripasCorazón

Un disco raro. Más maldito que oscuro. Menos afrancesado y más tanguero. Lo quiero, porque nos llevó a lugares que nunca pensamos ni siquiera tocar musicalmente. Hay muchos demonios dentro y siguen ahí intactos. 

La tapa es seca. El contenido no tiene ninguna reminiscencia a fiesta de pueblo (como muchos discos por ahí), ni acercamientos obvios a ritmos telúricos, ni guitarritas de juguete en plan latino, ni evocaciones al baile de feria, ni contoneos con la canción francesa, ni una mierda. Creo que es el más personal de las obras de AT

Es duro como el cemento, pero, a la vez, más tímbrico que los anteriores. 

Es el primer disco con músicos invitados de verdad (no borrachos que estaban por ahí) y es el primer disco al que le pusimos cierto nivel de producción. No siento que hayamos logrado lo que en verdad queríamos (avanzamos mucho en las historias, sin embargo). Pero lo intentamos con mucha sangre saliendo por todos lados. 

A quienes les gusta Angela Tullida creo que les va a costar aceptarlo. Y, a quienes no les gusta, lo van a odiar. Tengo mis canciones preferidas. Tengo mis canciones menos queridas. Tengo el disco en la mano. Pero no tengo donde escucharlo.

No sé si querría, en verdad. El día está demasiado claro. Angela Tullida no. 


miércoles, 4 de marzo de 2009

Jesús, pescador de pared


Las cañas estaban acomodadas como cañones. Apuntaban al cielo y del último pasahilo colgaba una campanita. El cielo gris, la amenaza de lluvia, no le movía un pelo. Jesús, así se llamaba el hombre, tenía una sabiduría masticada en horas y horas esperando que esa campanita de mierda sonara de una vez por todas y delatara el pique de algún bagre o “amarillo”. Desde que el río esta podrido por dentro y por fuera eso ocurre con la frecuencia de las erupciones volcánicas. Entonces, ¿qué queda? Pensar. Hasta el individuo menos pretensioso respecto del acongojante acto reflexivo caería en la trampa. No queda otra: o pensás o te conseguís una radio portátil con auriculares. Pero, si escuchás el partido, por ejemplo, corrés el riesgo de no oír la campanita. Y la campanita es todo cuando uno va a pescar. Jesús, siempre lo afrontó y piensa. A su manera, claro.

 “Flaco, mirá, yo me vengo acá para escaparme de casa”, dice como una obviedad, aunque por la traza de su rostro podría intuirse que se fugó de una cárcel de alta seguridad. “Es así. Las mujeres viven de la reacción: no tienen otra manera… Necesitan que pase algo para tener una opinión; con el tiempo todos sus pensamientos terminan siendo negativos y el único boludo que tienen adelante sos vos. Son negativas porque reaccionan y, tienen razón, porque las cosas que pasan son malas, pero a veces es mejor dejarlas pasar” comenta con la mirada fija en la campanita. “Tienen un aguante impresionante para cargar el tanque de angustia… llenan el tanque, lo bajan y lo vuelven a llenar varias veces en el día”, acomodó el relato. Parece que Jesús había llenado el tanque, pero de vino, porque las palabras salían un poco flojas y alargadas. “Sos casado”, interrogó. “Aaahh… entonces cagaste. En algún momento te va a pasar que todo lo que hacés está mal. Es como que necesitan de vos para putear, porque sino no tienen en qué pensar. Uno empieza contestando, se enoja; después tratás de no darle bola y elegís ser medio autista; al final te fugás. Los que tienen guita se van con otra, los que no, vienen a pescar, flaco, así de simple”, dijo.

-Tin,tin,tin, sonó la campanita.

Jesús recogió la línea. Un bagre blanquecino con la piel medio transparente colgaba del anzuelo. Mediría unos cinco centímetros. Lo desenganchó del anzuelo con una pinza y lo tiró en un balde con agua putrecta. Encarnó lanzó tan lejos como sus fuerzas, su angustia y su miseria le permitieron. No llegó lejos. A estos tipos les dicen “pescadores de pared” porque ponen las cañas en la escollera y nunca tocan el agua (por fortuna). 

“Te juro que no doy más… me tengo miedo. Vuelvo a casa y la jabru me espera con esa cara de orto intragable y no sé qué hacer… en cualquier momento me sale una locura, lo único que me salva es esto”, dijo mientras movía la cabeza y apretaba la empuñadura de la caña. 

La llovizna empezó a caer. Tomó el balde y devolvió el pequeño bagre el agua desde 30 metros de altura. Le dio marcha a los reels de las cañas y empezó a subir las cosas a un Falcon desvencijado con una calcomanía de "Mundo Marino" en la luneta. 

Uno en esos momentos agradece que exista la pesca, la Costanera, los pequeños bagres mugrientos y hasta el río podrido lleno de pañales y tampones usados. 

Jesús más que nadie...

lunes, 2 de marzo de 2009

Ardiendo desde adentro (II)

(Continuación)

A los negros les encanta Marco Antonio Solis. En eso divagaba Lucas cuando subió a un taxi en Corrientes y Paseo Colón. El conductor a pesar de sus limitaciones dialécticas empezó a hablar. Alguna fuerza de la naturaleza parecería impedirles a estos seres de la calle mantener la boca cerrada. 

“Q, q,q,q,q, que,e, fenómeno Solís” dijo el conductor tartamudo. “T,t,t,t,tiene u,u,u,unos temas románticos  q,q,q, te hacen llorar”, agregó y, sin que Lucas le prestara mucha atención, tiró: “E,e,e,el m,m,mejor es uno que habla de cómo su mujer lo b,b,bancó c,c,c,cuando no era n,n,nadie”.

Qué mentiroso resultó Solís pensó Juan mientras reflexionaba sobre el hecho de que una mujer soporte a su hombre en las malas. Imposible, se dijo. “Cosa de negros” apuntó mentalmente

Lucas estaba maltrecho. Fumaba mucho. Los dedos amarillentos por la nicotina y la camisa a rayas arrugada y algo manchada no dejaban lugar a segundas interpretaciones. El tipo estaba hecho mierda. Su vida caía en picada. Después de haber saboreado las mieles del joven empresario exitoso, una palabra, una bestia que salía de su boca sin el menor filtro lo había arrastrado al bajo fondo humano. La última reunión como empresario había sido un fracaso.

 Después de ese episodio todo empezó a desbarrancarse. Las deudas se comieron las oficinas, los trajes, el auto, la casa y la autoestima. “Sorete”: el término diabólico había terminado con él. O casi. Había empezado un tratamiento psicológico cuando descubrió que no podía librarse de la palabra “sorete” y que ya le había traído demasiados problemas. El profesional de la mente, un manosanta más del oficio, recomendó cambiar de estilo de vida. Pero: ¿cómo cambiar algo que se ama? El problema era otro. La cosa es que dejó de decir “sorete” cada dos palabras. 

Por algún dispositivo mental perverso, ahora se le había pegado, añadido, otro término: “Negro”. A todo le decía negro. Todos eran negros. Y negras eran las perspectivas de su vida. Tenía que sacarse de encima eso. Y en eso estaba cuando en el taxi comenzó a apuntar mentalmente:  “Q,q,q, n,n,n,e,e,egro de mierda”. 

Solis sonaba en la radio y parecía reir.    

(Continuará, tal vez)

Acepto posibles descenlaces: ¿redención o muerte? 

domingo, 15 de febrero de 2009

Ardiendo desde adentro


Lucas Márquez nació en una buena familia de Buenos Aires. Estudió en un colegio privado y logró granjearse de amistades importantes. A los 26 años había entendido la naturaleza humana que lo rodeaba de una manera sorprendente. No pensaba en la muerte o en Dios. Tampoco en el amor. Menos aún en la utilidad del hombre o esas forradas. Sus devaneos, despierto o dormido, estaban focalizados en un solo y único tótem: la plata. 

El resto, según su interpretación, eran soliloquios para el hombre viejo, fuera de época. Había logrado una buena posición económica desde una pequeña empresa propia de servicios informáticos. Pero no todo era ideal en su vida.

Desde hacía algún tiempo cargaba con algo denso. Insoportable y tóxico. Sucede que cada dos frases –a veces incluso en ráfagas- repetía la palabra “sorete”. Todo era “sorete” para él. “Ese tipo siempre fue un sorete”; “¡Hay que ser sorete!”; “¡Que restaurante sorete!”:; "¡Me tengo que fumar ya un sorete...!".

Era una manera de expresarse que por alguna razón se le había impregnado, pegado y adherido a la lengua con brutalidad. Para él, un chico promisorio, la imagen resultaba fundamental. Y ahí estaba esa palabra carcomiendo todos sus fundamentos, bajándolo al subsuelo de las criaturas ordinarias.

Hace un año su novia Alejandra se fue. Lo abandonó. Nunca supo porqué, o en todo caso, las explicaciones le sonaron inverosímiles. Siempre había sido muy atento y funcionaba como un sistema basado en la satisfacción ajena primero, para obtener la propia después. Nunca fallaba. Pero Alejandra decidió terminar. 

Intimamente pensó que era por esa palabra: "sorete". Había recibido advertencias sobre el abuso que hacía de ella para casi todo. Incluso pensaron juntos algunos substitutos (bajón, embole, etcétera), pero ahí estaba acechando siempre lo mismo: “sorete”. La cosa pugnaba por salir de su boca a toda costa. Cuando Lucas terminaba por distraerse, en medio de una conversación cualquiera, el dicterio, aparecía con un ímpetu infernal. Lo pronunciaba claro y exagerado: “sssoretttttte”. Así con la "T" bien marcada, lo cual, le daba una fuerza inusual a un término que sonaba sucio, escatológico y algo pervertido. Alejandra, supuso él, un día no aguantó más.

Con el tiempo, algo que todavía resultaba menos divertido, empezó a usar “sorete” también para calificar las cosas que le agradaban. “Sorete de plata” decía. O “sorete de auto” opinaba él y desconcertaba incluso al transpirado vendedor de autos. Una vez, un amigo, le había contado que una chica con la que había salido empleaba también el término “sórdido” o “decadente”  para las cuestiones que le atraían. “Estoy re decadente” le contó que solía repetir la chica cuando se vestía bien. Invertía sensualmente los significantes.  Ojo, su amigo le aclaró, que a la chica le gustaba el agua sucia de verdad y que no se trataba, como él, de un muchacho con aspiraciones. Lucas estaba cada vez más deprimido.

El asunto llegó a su punto más alarmante un tarde en una importante reunión de trabajo. Lucas había planificado la venta de un sistema de informática a una empresa y sólo restaba cerrar el contrato con los dueños de la compañía. El despacho era amplio, pero un poco oscuro y de estilo antiguo. Había llegado preparado. Corbata impecable, traje y una camisa rosa leve comprada esa mañana para la ocasión. En su cabeza, cerrar el negocio, era de los más sencillo. En cambio,contener a esa bestia, insana, asquerosa y maloliente, que empujaba hacia el exterior lo tenía inquieto.

-“Los términos me parecen correctos señor Márquez. La única duda es que hay otra compañía que nos propone soluciones similares con una cotización ligeramente menor”, pronunció el empresario.

Lucas reflexionó. Miró hacia abajo. Apretó con intensidad el borde de la mesa de madera y dijo:  

-“Esos no saben un ssooorrettttte….. nada…..perdón…. no están en el neg….de la inform…” Y su voz terminó apagándose, volviéndose débil y ligeramente lasciva...


 Continuará (algún día)

viernes, 6 de febrero de 2009

Música de cañerías


Andrés leyó: "Este cambio responde a la necesidad de fortalecer la llegada a nuestras audiencias estratégicas mediante un manejo coordinado de nuestro portfolio de marcas, formatos y temáticas".

¿Cómo?, pensó. Quería saber si lo echaban o no, pero Andrés, como tantos otros, deberá esperar.

Los encargados de eso que llaman marketing en las empresas son unos imbéciles. Junto con el abuso de la palabra "sinergia" que, a no confundirse, sólo quiere decir, "eso que tenés que hacer por mí", estos tipos hallaron un lenguaje que suena bien, que calza perfecto en su microclima, que queda sofisticado, pero que no es otra cosa que una galimatía detrás de la otra sin sentido. 

Otra vez, el amigo DF, nos hizo notar algunas características de esa especie de código morse que utilizan con todo el mundo algunos personajes para jactarse. De tanto repetirlo, el resto también empieza a usarlos y, entonces, estos malditos creen que han ganado otra batalla cuando lo escuchan en boca de otro. 

Igual no es exclusivo de los corrosivos hombres y mujeres del marketing sino también de la gente a la que le gusta presumir con la tecnología. Entonces viene esto: geek, teki, linkear -cada dos palabras-, smartphone, gadgets, etcétera. Todas palabras que ellos suponen con un significado fundamental para la vida de sus clientes o de nosotros que seríamos lo mismo. ¿Saben qué es un gadget? Una boludés que se bajan algunos en la pantalla de la computadora para jugar, por ejemplo, al Simon -jueguito estúpido si los hay- o un relojito pedorro de diseño. 

También en otros ámbitos han surgido términos importados, deformados y bobos. En el periodismo no se habla más de notas: ahora son features. En el ambiente del cine no se habla más de ir a ver una locación o recorrer un terreno para filmar, sino de scouting  -esto lo escuché hace poco en una cena con amigos que disfrute muchísimo, cabe aclarar-. Estos términos han cobrado un peso gigantesco capáz de aplastar a los inadaptados de siempre que prefieren hablar de "reportaje" o de "colaboración" en lugar de "sinergia". 

Ojo: lo peor hoy en día es decir "empresa" en lugar de "compañía". Eso sí que significa el automático destierro. Compañía, al parecer, suena perversamente amigable, algo que le encanta a esta gente lanzada a decidir sobre los mortales. 

Andrés nunca va a saber si lo están "invitando a dejar la empresa", como suele decirse, o si se trata de un mensaje en clave para cagar al que está sentado a su lado. 

¡Bienvenido al mundo muchacho! 

    

jueves, 1 de enero de 2009

Al cementerio


Feliz 2009:  Mi amigo DF me lo contó entre resignado y apenado hace casi un año. Sentí un escalofrío en la espalda. Más tarde alguien me comentó una situación similar. También sufrí por él. En estos temas es muy difícil regocijarse con la tragedia ajena.  

Ayer terminó tocándome. La trinchera de cajitas de plástico y cintas con cartones escritos a mano que había mantenido no sin poco esfuerzo inexpugnable cayó vencida. La tierra y la mugre que se habían acumulado en los estantes precipitaron la batalla. No hubo forma de defenderlos más. Se los llevaron finalmente en varias cajas hacia un destino incierto. Tal vez a algún cementerio donde, supongo, profanarán sus secretos más íntimos y descubrirán el alma de alguien un tanto desordenado pero cariñoso y amante.

Con mucho dolor debo anunciar oficialmente que he tenido que desprenderme de cientos de cassettes que atesoraba como una clave de otros tiempos. El nulo uso que últimamente hacía de ellos tampoco ayudó en los argumentos para defenderlos sumado a un hogar que revienta de cosas. No he sido cobarde. Intenté conservarlos con valentía. Logré llegar más lejos que algunos de mis compañeros. Pero en algún momento de la guerra, un descuido cuesta la vida y hay que enfrentar los hechos.

 

Xmal-Deuschland (recuerdo cuando lo puse en su féretro), The Cure –con eructos inéditos de RS-; And Also The Trees (todos), marchas alemanas e italianas; Bauhaus (la mayoría), una treintena de demos de AT; ignotas y excelentes bandas nacionales (Petronilo, recopilaciones varias), Residents (originales) y Van der Graff, Suicide y Swans; The Mission, Bauhaus, Love and Rockets; The Smiths y Nick Cave, autores de tango; Leonardo Fabio, Elvis y hasta uno de Cacho Castaña fueron a parar a la calle.

Había tanto y de tantos artistas que se me cae un lagrimón. 

Me imagino la cara de quien los encuentre. Quizá contribuya en mi vecindario a cambiar algo del tono regeatonero que todo lo carcome. No lo creo. Estos changos tienen equipo de última generación y la casetera ya no existe. 

Recuerdo que cuando a DF le tocó la racia cayó al trabajo con una bolsa de plástico clandestina y me la entregó de manera entre morosa y cómplice. Habría unos cuarenta cassette adentro. No se había animado a tirarlos y me los traía en un impulso desesperado por resguardarlos. Estaba pidiéndome asilo para sus criaturas. Dejé la bolsa por ahí. No podía hacerme cargo. Mi situación, por aquellos momentos, podría definirse como delicada. Exhibirme por ahí con esos objetos, lo siento, significaba una provocación. 

En mi caso, sólo he podido rescatar de la racia unos veinte ejemplares. Fue el resultado de una larga negociación (había cintas de AT y autores que no conseguiría jamás). 

Sólo puedo decir en mi defensa que luché hasta donde pude.

Ahora, la historia será quien me juzgue…