Pensaba que quería ser Papa, pero le gustaba tanto hacerse la paja que no imaginó un futuro por ahí.
De aspecto degradado, Carlos Julián Centeno, nació bien y se puso mal de pronto.
En Ibicuy, Entre Ríos, le había caído alguna porquería de esas que usan para matar todo en el campo y lo había dejado pequeño. Tenía una estatura de juguete con un rostro de hombre mayor.
Su metro cuarenta eran todo resentimiento. Y su motor era transformarse en el peor hijo de puta de todos los tiempos. Abrazó la causa eclesiástica desde un costado laico después de trasuntar las noches de La Night, un cabarulo de Concordia. La Orden le enseño mucho. Por ejemplo, eso que llaman: "la hora de gloria". Que más o menos significa no perder ni un minuto de tiempo desde que uno se levanta para trabajar en las trapisondas del día.
Eso incluyó mucho estudio, preparación y el tesón sin freno para forjarse un lugar en algún garito de poder. Las Fuerzas Armadas resultaban muy obvias, la política demasiado pecaminosa, juntar dinero: de negros. Entonces, siempre con el motor de la intolerancia, la Orden y el resentimiento, decidió dedicarse al siempre inexpugnable recurso del periodismo. Y, cagando gente hizo carrera.
Con el odio (nunca manifiesto) por su impiadoso físico y su culposa inclinación perversa por las putas terminó armando una familia y tuvo hijos. Ninguno conoce sus secretos, aunque los suyos incluso desconfían de ese hombre pequeño y maltrecho que hace una caricatura de la seriedad bienpensante.
Nostradamus nunca realizó ninguna predicción sobre la Argentina. Sí las hizo del mundo (algo más fecundo, seguro) y, en sus devaneos, esbozó que el fin del mundo llegaría con la entronización del primer emperador negro. De haberse ocupado de este país hubiera ubicado en sus afiebradas interpretaciones el avance de un enano maligno.
Estén atentos...
2 comentarios:
La impresión de estos "centenos" o del que contas, es la impresión que me resulta, cuando leo el correo de lectores de la naci...
Me pregunto si este pablo Tomino y cia, seran asi.
Con cariño sincero y fraternal acompañamiento.
Cualquier semejanza con la realidad es pura y exclusiva casualidad
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